Carnaval de hortalizas

Max Cachimba

ENTREVISTA A MAX CACHIMBA

POR DOLORIES CURIA

SEMILLAS FESTIVAS

“No hace falta tener un enorme conocimiento del tema para saber que el quehacer de quienes patentan vacunas y semillas no puede estar muy lejos de la estafa. Eso es lucrar con algo que se debería repartir”, dice uno de los grandes referentes desde los años 80 del nonsense rosarino, Max Cachimba*. Eligió hablar en clave de chifladura, que es el sello de su manera de expresar, para llamar la atención sobre la privatización de las patentes de las semillas, entre otros bienes que deberían ser públicos. Casi nadie diría que en “Semillas festivas” hay un mensaje ambiental stricto sensu. Es que encarar con ternura y algo de delirio un tema serio es el método Cachimba. Más cerca del manos libres que del rictus del dibujo académico, con un trazo salvaje como su jardín o desordenado como su forma de comer, sus verduras humanizadas hacen de la risa un modo de develar nuevas capas de realidad, y de tierra.

Son hortalizas animadas, convertidas en personajes…. ¿No te pareció una manera atrevida para tocar un tema con el que se suele hablar con gravedad?

-No es chistoso… pero sí le quería dar una impronta alegre o de juego. En mis pinturas casi nunca me preocupan tanto las formalidades ni las cuestiones formales, sino que en mi cabeza siempre tengo y voy hacia una imagen que me parece cómica. Me puse a buscar de qué modos se suele ilustrar este tema y vi que tanto del lado de quienes hacen una crítica como quienes hacen una especie de lobby empresarial a favor de las patentes se repiten propuestas visuales.

Elegiste hortalizas en lugar de semillas, ¿por qué?

-Bueno, son el resultado de las semillas…

¿Y qué es lo que festejan?

-Están en una actitud festiva porque las gráficas que vi, casi todas, más cercanas al diseño que a la ilustración, repetían una misma idea que era una semilla encarcelada en un código de barras. Es una idea gráfica bastante elocuente, que me pareció buena, pero que me dio ganas de plantear algo distinto que fue: ¿cómo sería liberarlas? Después, si te vas al otro lado, a las ilustraciones del periodismo financiero que llama a quienes tienen fortuna a invertir en el mundo de las patentes, lo que vi fueron ilustraciones, recurrentes, casi ineludibles, de manos con semillas.

¿Más allá de esta obra tenés estos temas ambientales en tu radar?

No tengo una relación militante con la crisis ambiental. Pero sí las considero causas importantísimas. Practico el cuidado de los espacios, los animales, las plantas con mis acciones cotidianas. Tengo muy presente cómo interactúo, e interactuamos, con los espacios. No me parece algo lateral, me parece un modo de vida que en mi caso he aprendido desde la niñez. Y cuando digo “espacios” hablo también de espacios sonoros. Yo vivo en una situación afortunada, en una casa muy al borde de Rosario, en un suburbio lleno de aire y espacio. Pero me resulta infrahumano cómo se construye, el negocio inmobiliario y la relación entre los que lucran y la gente que luego tiene que vivir en esos espacios. Y por cómo soy yo, que suelo estar disconforme con casi todo, también tengo mi radar puesto aquí, en todo lo que debemos reencauzar. Me manejo con poca tecnología. Mejor dicho: trabajo con una computadora. Más que nada para publicaciones en papel. Y después, más analógico todavía: mis cuadros. Lo que sí me pasa es que dedico horas en la computadora. Te piden que al material lo entregues digitalizado. Justamente porque esas horas me parecen demasiadas, termino y paro la moto: pocas redes sociales, poco celular. En mi casa uso teléfono fijo. Tengo que salir de casa para usar el celular porque no hay señal. Es un misterio por qué, casi un embrujo.

HACER COSAS CON VERDURAS

Salvo rarísimos casos de inspiración súbita, es decir cuando una idea lograda aparece de la nada, para Max Cachimba el estado habitual frente a la página es de desconcierto y confusión. Aún con décadas de experiencia, vuelve a sentirse un principiante en ese momento. Empieza de algún modo “a la bartola” y luego de descartar “cosas fallidas, espantosas, encuentro alguna mínima señal de por dónde continuar desarrollando el asunto”.

Antes, y después, de dibujar necesita practicar un poco de «vista panorámica», hacer que vague la mirada. Entonces, puede dar una vuelta o trabajar un rato entre las plantas. “Tengo un jardín medio salvaje, al que me dedico bastante. Cuando estoy en mi jardín me siento parte de un sistema complejo… no quiero sonar místico… pero sí me interesa la interacción entre el mundo vegetal, el clima, los animales. Lo llevo a extremos a veces: soy incapaz de matar una araña. Llego a ciertos picos de convivencia con los elementos naturales”.

¿De convivir con animales?

-Con dos gatas que son señoras de la casa más muchos otros del vecindario que entran y salen, y un matrimonio de tortugas de tierra. Una de ellas me acompaña desde hace unos cincuenta años, es decir, casi toda mi vida. Y posiblemente me sobreviva porque, como debés saber, las tortugas viven mucho.

¿Fue la mascota de tu infancia?

-Me la regalaron de chico. En esa época las tortugas se compraban, hoy es ilegal. La otra es de una amiga, que me la dio. Lo simpático e inusual es que es un matrimonio bien avenido. Las tortugas son animales que se pelean mucho. No es usual esto de estas dos, que convivan armoniosamente.

¿Y se llaman…?

-Las gatas del hogar son Elvira y Copito. Son madre e hija. Y las visitas reciben apodos eventuales como Michi, Travesura, Cabezón. Mis tortugas se llaman Catalina y Marcos. La tortuga como mascota, te decía, es un disparate. Suelen tener vidas muy desafortunadas. Son difíciles de cuidar y suelen tener finales trágicos. Si nadie se acuerda de que en algún lado está la tortuga: se van a la calle, son aplastadas, pateadas. Y a pesar de su aspecto tranquilo, son animales pendencieros. Duermen todo el invierno. En la primavera salen renovadas de energía, se llevan todo puesto: tumban cosas, se trepan. No esquivan obstáculos, son jodidas.

¿Te han roto cosas?

-No por maldad, pero alguna vez se han enredado en cables y siguen caminando. Me han roto electrodomésticos.

Nada las detiene…

Nada las detiene y les gustan los deportes extremos.

Y volviendo a las hortalizas, ¿cómo te alimentás vos?

-Es raro: me alimento mal-muy-bien. Me encanta cocinar. Me meto con recetas complejas, busco ingredientes raros, pero todo lo hago de modo muy desordenado. Tal vez me olvido de un alimento. Me olvido de la existencia del tomate por ejemplo. Y puedo pasar un año sin comerlo. Lo contrario de una alimentación balanceada. Capaz me fascino con cierto tipo de guiso y estoy un mes comiendo el mismo guiso. A veces estoy trabajando y me olvido del hambre y llego a la noche tomando mate. Tengo un hermano que es vegetariano y practica ayunos programados. Yo los practico sin proponérmelo. Un ayuno espontáneo.

Bio
*Max Cachimba (Rosario, Argentina, 1969) es autor de historietas cómicas y trágicas, ilustrador de libros y autodefinido como pintor de caballete dominguero. Publicó los libros: Rompecabezas con textos de Pablo de Santis (1995); Un cuarto de pollo (2002); Humor idiota (2004); Versos selectos (2016); La cazadora de Llbros con textos de Pablo de Santis (2018); El embrujo de tus ojos (2019) y Letras sueltas (2020), con textos de Juan Lima.
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