Belleza y Felicidad Fiorito

Nos mueve el deseo

Belleza y Felicidad Fiorito produce poesía desde el barrio. Fomenta una agenda artística, activista y feminista para las infancias de Villa Fiorito con una oferta de talleres que van desde producción de música experimental hasta un comedor gourmet. En esta conversación, a partir del lema “Nos mueve el deseo”, del colectivo Ni Una Menos, las integrantes de este colectivo cultural y político defienden el derecho al placer, tantas veces borrado de los horizontes de las clases populares en nombre de las “necesidades básicas”.


BIOGRAFÍA

Belleza y Felicidad Fiorito es un grupo feminista de activismo artístico que funciona en territorio en Villa Fiorito, Partido de Lomas de Zamora desde 2003.


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Voces desde los territorios: Belleza y Felicidad Fiorito

JULIA MENGOLINI: Ahora me toca saludar a algunas integrantes del colectivo Belleza y Felicidad Fiorito, que es un colectivo feminista y artístico que funciona, como su nombre lo indica, en Villa Fiorito, Vamos a saludar a Fernanda, a Gisela y a Larisa. Muchas gracias por participar y por estar acá, por haber aceptado este convite y esta conversación. Lo primero que les voy a preguntar es algo bastante obvio que es una pregunta ineludible esta semana que tiene que ver con cómo atravesaron en Villa Fiorito, en ese barrio tan particular, el fallecimiento de Diego Armando Maradona. 

GISELA RIVAS: Muy complicado, muy duro. Acá en Fiorito Diego es muy reconocido. Así que hubo movimientos por todos lados, sus banderas, camisetas, gentes en las calles, hasta en el hospital ponen banderas de él, en el hospital Evita donde nació. Así que se movilizó mucho, demasiado. 

JM: Les movilizó, además, me imagino que habrá llegado ese sentimiento popular, ese dolor popular que después se transformó, también, en alegría. ¿Ustedes ven que puede llegar a transformarse en alguna cosa más? Ustedes son grandes transformadoras, también, de la realidad. Cuando se hace arte, en definitiva, lo que se hace es transformar: allí donde no había nada que pase a haber alguna otra cosa. 

GR: Sí, acá hubo muchas visitas también de turismo, que se estaban acercando a la casa de Diego. Lo que escuché, medio al pasar, es que por ahí se hace un Centro Cultural ahí en la casa de Diego. Así que estamos viendo y a la espera de si surgen más cosas para hacer en el barrio que tengan que ver Diego y el fútbol. Pienso que va a haber bastantes cosas para hacer. 

JM: Belleza y Felicidad Fiorito empezó siendo, hasta donde yo entiendo y hasta donde mi investigación llegó, una galería de arte que estaba en Almagro y después pasó a ser este proyecto distinto, que en realidad es un proyecto de militancia barrial y social en Villa Fiorito. ¿Cómo fue esa transición? ¿Cómo fue ese viaje de ser una galería de arte en el pleno corazón de la Capital, a pasar a ser también galería de arte, pero me parece que con otros objetivos, además en un barrio popular? 

FERNANDA LAGUNA: La respuesta a la pregunta por qué hacer algo de arte en Fiorito y, sobre todo, una galería de arte, es por qué no. Queríamos tener una oferta de talleres de arte para niños y adolescentes de calidad, de arte contemporáneo y una sala de exposiciones para artistas del barrio y artistas de otras zonas del país. Surgió como si fuera abrir una sucursal de lo que era la galería de arte en Capital, que igual era una galería de arte muy alternativa, independiente y por fuera del circuito de galerías formales. 

JM: ¿Y qué es lo que hacen ahora ahí? Si tuvieran que contarme un poquito en qué consiste la cotidianeidad de esa militancia, el día a día, ¿qué hay? Yo sé que también hubo torneo de fútbol feminista, que tienen un Festival de Cine, o de cortos en realidad, pero contame un poquito en qué consiste esto la militancia del día a día y también tratá de explicarme, en definitiva, es lo que siempre importa, ¿para qué? 

FL: Muchas veces uno en Capital no se pregunta tanto el para qué las cosas, sino que las cosas son ofertas. El proyecto está muy fundado en lo cultural, en producir poesía desde el barrio, poder producir cortos, poder tener talleres de arte, música experimental. Y después, en el 2016, con el tema también de Ni una menos, nos dimos cuenta de que era importante agregar una presencia feminista en el barrio, agrupando a todas las mujeres que quisieran participar. El grupo empezó con un taller de Marisú Devoto, que es una genia, feminista, grande y ahí empezamos a militar el feminismo, pero relacionándolo con hechos artísticos. 

JM: O sea, que el feminismo siempre fue parte de la identidad de este colectivo, de alguna manera lo atravesó o fue casi imposible de evitar, digamos. 

LARISA ZMUD: Me gustaría agregar algo también, que es algo que hablamos mucho y que tiene que ver con que nos damos cuenta de que muchas de las cosas que hacemos habilitan un derecho a decidir. Trabajamos mucho la idea de lo importante que es el decidir como derecho y, entonces, también el placer como derecho. Ese lugar de elección, en general, en determinados territorios está dado por une otre que viene y decide desde que comes hasta lo que sea y, en general, no se habilitan los derechos de que cada quien pueda elegir determinadas cosas que, aparte, están relacionadas con el placer que nos parece un derecho básico, vital, fundamental. 

JM: Ahí hay un lema que es muy de ustedes, que es «nos mueve el deseo» Me parece que viene un poquito por ahí, también. 

LZ: Sí, sí, sí, absolutamente. El deseo de cambiarlo todo nos mueve. 

JM: Me gustaría preguntarles, volviendo al hecho de que ustedes son un colectivo artístico, además de feminista: si tuvieran que explicarme qué aporta el arte y, sobre todo, la militancia con el arte, en un territorio donde hay muchísimos derechos vulnerados y, tal vez, necesidades básicas que no están satisfechas. La pregunta, si tuviera que traducirla en bruto, sería: ¿qué le aporta el arte a alguien que no tiene qué comer? 

FL: Eso es lo que nos oponemos a pensar. Muchas veces un barrio, para poder tener acceso, por ejemplo, a clases de arte muy buenas, como las que hacemos, las que dan un montón de artistas, es como que tiene que estar cubierto lo esencial, pero la vida es hoy. Les vecines de Fiorito tienen derecho, como decía Larisa, al placer y el derecho a tener actividades culturales más allá de las necesidades básicas. Nosotros hemos tenido talleres de poesía para adolescentes y son para todo el mundo. Es una forma de expresión y de pasarla bien, de aprender, de poder desarrollarnos. Me parece que no hay que pensar al barrio, como eso, como las necesidades básicas. Un ejemplo, también, es el Comedor Gourmet, pueden explicar las chicas, que es un comedor que no es sólo cubrir las necesidades básicas. Nosotros, por ahí, gastamos más plata en que sea una comida muy rica, sabrosa y saludable, porque creemos que el comer no es sólo sobrevivir y alimentar al cuerpo, sino que se juegan, también, actos de amor, de dignidad, de la sorpresa, por ejemplo, comer algo que nunca habías probado, son cosas muy fundamentales también. 

JM: Chicas, ¿quieren agregar algo sobre el Comedor Gourmet? Me encanta a mí, el nombre, me parece que es muy desafiante, también. La idea que recién comentaba Fernanda es sumamente desafiante. Decir «miren, los pobres también queremos comer rico» Yo lo estoy poniendo en términos muy brutos, pero como para que se entienda, es una idea sumamente desafiante para los poderosos, para aquellos que piensan que los pobres no tienen derecho a otra cosa, ni al goce, ni al disfrute, ni a la libertad, ni al arte, ni a algo tan simple como «quiero comer algo rico, quiero probar cosas que nunca probé». ¿Qué más nos pueden contar de la experiencia del Comedor Gourmet? 

GR: El Comedor Gourmet eran sólo cuatro clases de cocina. Y ahí dijimos: «bueno, qué hacemos, ya aprendimos cuatro clases de comidas diferentes, que no conocíamos. Bueno, ya está, lo probamos y vemos qué resulta». Porque tampoco es que nada lo planeamos y decimos «hacemos esto y esto va a ayudar meses, años» No. Siempre se va dando así. Entonces, lo que hicimos fue empezar a probar una vez a la semana toda clase de comidas. Lo buenos es que los chicos comen comidas que nunca comieron, o sea que a uno que vive acá en un barrio, en una Villa, vos le presentas un plato de comida gourmet, lo primero que te dicen es «esto no es de acá, esto es de capital» Lo miran, no saben qué es, nosotros les explicamos lo que lleva y todo y de ahí a que los chicos prueben. O sea, este fue un paso fuerte y no sabíamos cómo lo iban a tomar, si se iba a comer, no se iba a comer. Y ahí, poco a poco, los chicos y los padres también fueron probando y ya se acostumbraron a que todos los sábados hay comida gourmet. Así que eso, para nosotras, fue un avance bastante grande.

JM: ¿Y qué otras cosas se hacen en los talleres?

LZ: Quería agregar una cosita. En relación a esto de incorporar lo gourmet a un lugar, como decía Julia, en donde hay una pobreza estructural y una ausencia de una cantidad de derechos básicos permanente, creo que también otra de las cosas que nos mueve es que esa pobreza estructural, por ahora no ha cambiado y es muy difícil vivir la vida como se vive y si, encima, no se le puede agregar nada, ninguna cosa de placer, ninguna cosa bella, ninguna cosa que nos guste porque es rica o porque nos guste mirarla o nos gusta escucharla, como una linda canción o un buen chiste de una amiga que venga a contarnos, si encima tienes que vivir así, sin nada de eso, es bastante más difícil. También creemos en eso, que es una forma de aportar a poder seguir bancándola y que va a haber que bancarla bastante tiempo, en determinados lugares mucho más tiempo que nosotros, entonces nos parece muy importante. A veces, hasta creo que nos parece más importante en esos lugares en donde hay tanta carencia de otras cosas que, por lo menos, haya un momento de pasarla bien, de comer algo rico, nos parece en serio un derecho. 

JM: El derecho al goce, queda clarísimo y me encanta la idea. Un poco se pelea con el típico prejuicio que hay de la gente que pasa con el auto cerca de alguna Villa y se enoja mucho porque hay antenas de DirecTV. Es el mismo prejuicio, pero por qué no va a tener DirecTV esta pobre gente, por lo menos que puedan ver la televisión que quieran ver. Me parece que se hermana un poquito con esa idea y responde un poquito a ese prejuicio, al prejuicio anti DirecTV, le podemos llamar. 

FL: De los talleres, en este momento, por la pandemia, por ejemplo, lo que estuvimos haciendo son talleres de cocina por Zoom directo desde los países. Entonces, por ejemplo, un Zoom conectadas con China, aprendiendo comida China, dada por chines. Hicimos también italiana, ahora está la propuesta de hacer mexicana. Nosotros siempre decimos que un plato de comida iguala clases sociales y la Escuela de Arte iguala clases sociales, porque estamos ofreciendo cosas de mucha calidad que otros, en Capital, también tienen acceso. Es dar la posibilidad de que tengan acceso. Recién me acordaba de que hicimos un taller de cosmética natural que fue muy bueno. Todas con máscaras en la cara, pasándolo divino re placentero, le damos mucha bolilla a eso. También hacemos muchas acciones en Capital, que eso está bueno. Vamos a marchas donde vendemos remeras, hicimos, por ejemplo, un desfile de moda en ArteBA que denunciaba las problemáticas de Fiorito. La idea es naturalizar una conexión que no tendría por qué ser no conectada.

JM: De hecho, a la primera pregunta que yo te hice a vos me contestaste muy bien «por qué no». Me parece que eso termina siendo un poquito la síntesis de todo. Me parece que vamos llegando a unas cuantas respuestas. Hace un tiempo ustedes hicieron un disco que se llamó Cuentos raros y sueños extraños con música de Francisco Garamona y con letras de niños y niñas que eran letras que, posiblemente, no sean muy parecidas a las letras de canciones infantiles que yo le canto a Rita todas las noches. ¿Qué expresaban esas letras?

FL: Las letras eran increíbles. Primero, no tenía que ver con la elección de las letras en cuanto a la calidad, sino en cuanto a la expresividad que, como Escuela de Arte, es lo que nos interesa. Muchos hablaban del barrio, había uno que se llamaba Patos, es que todos los patos se mueren, es tristísimo y es bellísimo. También mostrar. La infancia está muy modelada hacia algo feliz y los niños también sufren y expresan ese sufrimiento. En el disco está muy claro eso, son niños a los que les pasan cosas. La verdad es que es bellísimo el trabajo. Algo interesante es que las profes del taller de arte convocaron a les niñes a armar una asamblea permanente de niñes y son clases antiadultistas, donde les niñes deciden ante asamblea qué es lo que quieren aprender. Tardamos 17 años en llegar a ese punto de poder tener esta asamblea, que nos parece que es increíble. 

JM: Quiero volver un poquito al barrio, ahí donde esta Gisela y el resto de las compañeras y preguntarles un poquito cómo están atravesando la pandemia. Porque todas estas entrevistas tratan de indagar en una historia que empezó ya hace muchísimos años, pero este fue, me parece, el año más particular de todos. Quería preguntarles si acaso este año, donde un poquito el tiempo se detuvo, también detuvo la militancia o si se les arreglaron para seguir transformando vidas que, en definitiva, me parece que de eso se trata. 

GR: Bueno, nosotras acá en Fiorito nos seguimos movilizando. Seguimos con el comedor gourmet todos los sábados y con otros comedores que también hacemos. Ahora estamos haciendo jueves, viernes, sábados y domingos. A veces lo hacemos al mediodía, a la tarde o a la noche, cada comedor tiene sus horarios. En toda la pandemia, nosotras nos ocupamos, nos arriesgamos y nos dedicamos a poder seguir para el barrio, porque era un momento donde la gente no podía salir a trabajar. Acá, en lo que trabaja la mayoría es en el reciclado, así que no podían salir a las calles a recolectar. Entonces, nos parecía importante brindar una mano más allá de las consecuencias que todas sabíamos, pero tomamos todos los cuidados con ayuda de donaciones desde alcohol en gel, barbijos y todo. Siempre la gente se copó en darnos una mano en todo. Siempre presentamos todo lo que queremos hacer en las redes, a través de eso empezaron a llegar las donaciones. Creo que hasta pudimos trabajar más que los municipios y desarrollo social. Nosotros llegamos a entregar, durante toda la pandemia, en momentos críticos, una bolsa de mercadería y de artículos de limpieza a cada familia que viene al comedor. Eso acá lo hicieron después de cinco meses de pandemia y es una bolsa de mercadería por mes. Creo que nosotros nos pusimos bien puesta la camiseta. Desde Capital y Fiorito nos unimos para que las cosas lleguen, porque las cosas vienen de capital. Y ahí nos encargamos tanto de hacer que el comedor, como de repartir los alimentos y de que todo llegue, hasta que los abuelos no salgan a buscar la comida, ni la bolsa de alimento, una de las chicas del comedor iba y se los llevaba a la casa. Estas cosas nos forman y nosotras decidimos hacerlo, pese a los riesgos. Creo que fue la mejor manera de llevarla y, por suerte, estuvimos todas bien y el barrio re contento con nosotras porque tampoco esperaban ese movimiento de nosotras. 

JM: Todo lo que estás contando implica, realmente, poner el cuerpo por parte de ustedes, poner horas de trabajo, poner mucha mucha voluntad, en definitiva, militancia, que es de lo que estamos hablando y eso se traduce, además, en que todo eso termina transformando la vida de la gente. Ya sea porque les llega el alimento que ustedes organizaron para que les llegue, ya sea porque les dieron una clase de cocina china o tantas otras actividades que nos fueron contando. La pregunta, tal vez, es un poquito más personal: si hay algún momento en el que todo este, no sé si llamarlo sacrificio, pero un poquito lo es, pesa, cuesta, les da fiaca. Y de dónde sacan la fuerza como para decir, bueno, sí, hoy es sábado temprano, me quisiera quedar durmiendo, pero voy a ir al comedor. ¿De dónde sale esa fuerza? 

GR: Nosotras, generalmente, esperamos a cada día de comedor, o sea, con pandemia, sin pandemia, nosotras somos un grupo de mujeres que decimos «mañana a las 7 u 8 de la mañana en el taller» y ya estamos menos 20 acá, así que eso nos costó, sinceramente, para nosotras militares lo primero. Y acá no hay sueldo, acá no hay acciones políticas, acá no hay nada de eso, es un grupo de mujeres que quieren laburar, que quiere estar para todo, en todo momento, así que en ese sentido no nos costó. Sí dejamos otras cuestiones de lado. Yo, por ejemplo, tengo cinco chicos en el colegio: tres en primaria y dos en secundaria. Dejé casi todo. Y hoy estoy con 20000 trabajos integradores, pero a la vez no me importa, o sea, yo priorice ante la educación, el hambre, el hambre y las necesidades del barrio. Así que, por otra parte, creo que todas las chicas coinciden conmigo, no fue un esfuerzo, no nos costó nada, sinceramente. Lo hacemos hace años y es un ritmo que ya tomamos. 

JM: Felicitaciones, la verdad. 

LZ: Yo creo que en la pandemia es bastante distinto todo, porque el comedor, que es la actividad en donde más laburo con las chicas, lo hicieron más bien ellas porque no podía viajar tanto yo, entonces hablábamos para ver qué receta era la que se iba a hacer, pero cuando cada sábado a la mañana tenía que ir muy temprano y desde mi casa a Fiorito son varias cuadras al subte, el subte 2 o 3 combinaciones, bajarme, bondi y todo el viaje que implica, creo que cada vez que probamos algo nuevo, cada vez que une niñe me preguntó qué podía comer y le dije que podía elegir lo que quería de una mesa llena de cosas y me miraba y me decía «¿lo que quiera?» y yo decía «sí, lo que quieras» es el motivo suficiente como para levantarse bajo el día que sea y en las condiciones que sean y hacer ese viaje hasta allá. Y en estas circunstancias, ahora en la pandemia, fue entender una militancia re distinta, porque no poder ponerle el cuerpo, que es algo que recién mencionaste y que nos pasa a nosotras, que le ponemos el cuerpo todas juntas a las cosas que hacemos acá, allá, a las participaciones, como en los encuentros nacionales, a todas las cosas les ponemos mucho el cuerpo y no poder ponérselo, justamente, en un momento en donde era tan necesario, fue aprender otra forma de militancia, otra forma de contención de las cosas que pasan porque son distintas y la contención tal vez sea a través de estos medios tan fríos y nosotras, que somos bastante cálidas y corpóreas y abrazadoras y de mirarnos, eso fue muy duro. Momentos en los que no terminás de entender qué está pasando por estar lejos, porque todo es por teléfono y demás. 

FL: Fue difícil, al principio, adaptarse al no poder estar ahí, al no poder hacer todas las cosas que uno querría desplegar. Nos quedamos con las ganas de hacer un montón de cosas. Aparte estuvimos mucho más replegadas a Fiorito, a la situación y no tanto haciendo la otra parte, que también nos interesa mucho, que es dar a conocer lo que hacemos en otros barrios. Ir y ponerle el cuerpo, también, a espacios culturales de Capital de provincia, estar ahí, mostrando lo que hacemos. Este año no pudimos desarrollar tanto esa parte.

JM: Hay una pregunta que yo hice, que vos no la contestaste porque se ve que ni la consideraste, que es, si acaso, en algún momento les daba fiaca. Ya eso ni se te cruzó por la cabeza. 

FL: No es fiaca. Fiaca, no. A veces no es fácil y hay que poner muchas ganas de aprender, de modificarse. En los años que estoy, yo no sabía nada de lo que es educación y aprendí todo ahí a los golpes. Todas aprendemos medio a los golpes porque no somos expertas, no somos asistentes sociales, no somos psicólogas y, a veces, hacemos de todo. Y es difícil, pero las ganas de aprender y, sobre todo, cuando hacemos algo que es increíble, es como salir con un cohete volando. Es muy feliz la sensación. 

JM: Vamos a pasar algunas preguntas que está haciendo el público que del otro lado nos está viendo. Se preguntan si acaso ustedes notan alguna diferencia en las infancias y también en los adolescentes a partir del feminismo. 

GR: Diferencia en los chicos sobre el feminismo, al menos acá, lo que veo en el taller de chicos y en mi casa, sí. Nosotros nos criamos todos en un ambiente siempre muy machista, donde el hombre tiene la razón, el hombre es el que hace, dice y deshace. Y hoy te puedo decir que tanto los hombres como los chicos deciden lo que quieren hacer. Hemos tenido talleres donde han jugado con pinturas y los varones se pintan porque quieren, nadie les dice, nadie les prohíbe ni tampoco los estimula a que hagan cosas que no quieren, entonces ese es un cambio acá. Antes, por ahí, si una nena tocaba una pelota, uno le decía «no, vos no, sos nena, no juegues a la pelota». Esos cambios sí se están viendo. 

JM: Está buenísimo. La respuesta que queríamos escuchar, que hubiera algún tipo de transformación real, en definitiva, también en las infancias y adolescencias, que es donde está la promesa de un futuro mejor, menos machista, menos patriarcal de lo que, por lo menos, nos tocó a nosotras. Chicas, les quiero agradecer muchísimo a Larisa, a Fernanda, a Gisela y a todas las compañeras que están ahí en Fiorito, por esta conversación y, también, por cómo ponen el cuerpo, por todo lo que hacen, que seguramente le transforma la vida y hace que mucha, muchísima gente, ahí en el barrio, sea mucho más feliz de lo que hubiera sido, posiblemente. Gracias por esta participación. 

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