Nacida y criada en el materialismo histórico

Por Dolores Curia

De todos los hijos del matrimonio entre Karl Marx y Jenny von Westphalen sólo tres se convirtieron en adultos. Y sólo la más chica tomó ya durante su adolescencia la estatura de una de las referentes responsables del ascenso del socialismo en Inglaterra, representante del feminismo marxista en pleno auge del sufragismo, fundadora de La Liga Socialista y protagonista del “nuevo sindicalismo”

“Si bien Jennychen y Laura -decía su padre- se parecen a mí, Eleanor soy yo”. Por algo su mamá la llamaba “eine Politikerin von top to bottom” (un ser político de arriba a abajo). De hecho, mientras que las dos hermanas mayores se casaron con “barbas azules simpáticos y liberales y enmendaron sus deseos con bebés”, Eleanor creció para hacer de su vida una extensión ininterrumpida de aquel ruedo itinerante en el que se crió: una sucesión proscripciones, expulsiones y persecuciones políticas contra el padre que repercutían lógicamente en los destinos de toda la familia. Porque a partir de la publicación de El Manifiesto Comunista, en 1848, la vida en casi cualquier lugar de Europa se volvió peligrosa para los Marx. En 1849 se mudaron a Londres y ahí vivieron en una conjunción de miseria con bohemia, una y otra vez rescatados por un ángel guardián y millonario Friedrich Engels, a quien de hecho, le decían “tío Ángel”.

El desarrollo profesional e intelectual de Eleanor estuvo obviamente ligado a la vida y el legado del hombre que se sentó en la mesa de la cocina ininterrumpidamente durante 12 años hasta terminar de escribir El Capital (que ella tradujo luego al inglés). Sin embargo hay más para decir sobre Eleanor además del hecho de haber sido la principal interlocutora de su padre y albaceas -un rol que la historia oficial atribuyó siempre a Engels-. ¡Siempre adelante! Escritos y cartas 1881-1897 es en ese sentido un gesto de rescate de materiales dispersos. La editorial chilena Banda propia logró reunir por primera vez gran parte de sus textos, hasta el momento inéditos en español. Son escritos que recorren su vida y pensamiento a través de sus cartas, sus reseñas literarias, sus ensayos políticos, desde sus intervenciones en la prensa hasta los obituarios sobre su muerte.

El periodo que recorta ¡Siempre adelante! es para todos sus biógrafos el más productivo de su vida y los textos elegidos dan cuenta de hasta qué punto se involucró en los debates políticos y estéticos de su época. Eleanor dedica muchas líneas a relatar cómo la familia Marx soportó “años de horrible pobreza, de amargo sufrimiento, un dolor que sólo puede conocer el extranjero sin un centavo en una tierra extraña”. Pero además de esos padecimientos, los Marx leían juntos a Shakespeare y a Homero, se movían por el mundo visitando camaradas, y los domingos organizaban jornadas a puertas abiertas por las que pasaban muchas de las almas inquietas y exiliados en Londres para escuchar música y hablar de política hasta el otro día. 

Tussy (el apodo familiar de Eleanor desde chica) era una amante de la literatura, joven políglota -que argumentaba por ejemplo sobre todo el bien que podría hacerle a la militancia socialista el aprendizaje de otras lenguas- y fue la traductora al inglés de Flaubert e Ibsen. Reescribió el final de Casa de muñecas imaginando cómo podría haber sido el destino de Nora si en lugar de abandonar la farsa familiar, se hubiera quedado bajo el mismo techo en rol de mannequin. 

Para una pensadora como lo fue la más chica de los Marx las demandas de la primera ola feminista -educación igualitaria para las clases medias y altas y derecho al voto- se quedaban cortas y en lugar de ellas militaba la necesidad de ubicar la desigualdad económica como factor clave de la desigualdad de género, algo que según la prologuista de este libro, Alia Trabucco Zerán, “permite bautizarla como pionera del marxismo feminista o, en términos contemporáneos, como una vanguardista a la hora de pensar la interseccionalidad”.

Eleanor estuvo en la fundación de la primera organización socialista británica (llamada Federación Democrática), en 1881. Y hasta su muerte, 17 años después, dio conferencias y escribió en nombre del socialismo; participó de la organización de huelgas y campañas electorales; y desempeñó siempre algún papel -que sólo en algunos pocos casos fue considerado por los historiadores- en las pujas internas que tuvieron lugar en cada uno de los espacios de militancia por los que pasó. Con mucha frecuencia se la describió como “una aplanadora prepotente que actuaba como si el socialismo fuera de su propiedad”. Cuesta imaginar algo muy distinto a eso de alguien que al fin y al cabo fue algo así como su hermana.

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