¿Tecnologías vs democracias?

Deliberatorio I

¿Tecnologías vs Democracias? Debaten: Cecilia Nicolini, Gisele Beiguelman, Bea Busaniche Modera: Débora Slotnisky

Tres referentes de las ciencias, la política y la cultura aceptan el desafío de definir la palabra “Democracia” desde sus respectivas disciplinas y experiencias. La moderadora presenta interrogantes clave que deberán responder en un tiempo limitado. El desafío: intercambiar ideas y propuestas con la dinámica de los debates presidenciales. El objetivo: habitar el desacuerdo, lograr construir una definición colectiva.


BIOGRAFÍA

Cecilia Nicolini. Politóloga, integrante del Consejo de Asesores del Presidente de la Nación Alberto Fernández.

Beatriz Busaniche. Licenciada en Comunicación Social de la Universidad Nacional de Rosario, Magister en Propiedad Intelectual y activista por los Derechos Humanos en torno a las tecnologías digitales. Es docente en grado y posgrado en la Universidad de Buenos Aires y titular de la materia Derechos Humanos y Propiedad Intelectual en Flacso Argentina. Dirige la Fundación Vía Libre, organización civil sin fines de lucro dedicada a la promoción de Derechos Humanos en entornos mediados por tecnologías digitales. Integra la red global de Creative Commons.

Giselle Beiguelman. Artista, crítica e investigadora, profesora de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de San Pablo, Brasil. Es autora de varios libros y artículos acerca de los nomadismos contemporáneos y las prácticas de la cultura digital.

Débora Slotnisky es Lic. en Ciencias de la Comunicación y periodista especializada en Tecnología. Sus funciones laborales se reparten entre los artículos que publica actualmente en los diarios La Nación, El Cronista, ambos de Argentina; y El Observador, de Uruguay, entre otros medios como radio y revistas.
Por sus artículos periodísticos ha recibido numerosos premios como Sadosky, ADEPA, entre otros.
Además, es speaker sobre Transformación Digital, y escribe e investiga acerca de los impactos de lo digital en las personas y en las organizaciones. Escribió libros sobre estos temas y participa con frecuencia en eventos de todo tipo como panelista y moderadora.


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Proyecto Ballena – DELIBERATORIO 1

Tecnologías vs Democracias

DÉBORA SLOTNISKY: Bienvenidos al primer Deliberatorio de Proyecto Ballena. Proyecto Ballena es un espacio de encuentro entre diversos actores y pensadores de la vida política y cultural latinoamericana que son convocados para elaborar acciones y prácticas discursivas que ayuden a pensarnos en un presente mejor. Proyecto Ballena se despliega en distintos formatos, el formato de los deliberatorios emula la práctica de los debates presidenciales. De esta manera, cada participante va a tener un tiempo preciso para representar sus ideas y responder a las preguntas. Cada edición de este Proyecto Ballena gira en torno a una palabra, un concepto importante que será pensado y desarmado y discutido desde distintas perspectivas. Proyecto Ballena arranca en diciembre y nuestra palabra clave es democracia. ¿Por qué diciembre y por qué democracia? En diciembre de 1983, luego de la dictadura más brutal de toda la historia, Argentina recupera la democracia. Raúl Alfonsín se proclamaba presidente constitucional electo por el voto de las mayorías. Dieciocho años después, en el mismo país, otro diciembre pero del año 2001, las mayorías se levantaron para impugnar la legitimidad de un régimen neoliberal formalmente democrático, pero que ya los excluía del bien común. Estos sectores tomaron protagonismo y dieron lugar a nuevas formas de participación en la vida política. Una vez más diciembre, pero ahora estamos en el 2020. Vivimos una impensada pandemia en todo el mundo que nos obliga a preguntarnos desde América Latina: ¿Qué es la nueva normalidad a la cual queremos volver y a apuntar? ¿Qué compromisos la democracia es capaz de renovar? En los últimos años, la tecnología, sobre todo, pasó a ser la promesa de la democracia en su sentido más amplio a convertirse en uno de los principales poderes del capitalismo a nivel mundial. Actualmente, podemos decir que el manejo de los datos por parte de las grandísimas corporaciones y de los grandes capitales financieros ha marcado polarizaciones. Estamos ante problemáticas como son las fake news y la manipulación de la información que se han vuelto actores centrales. Sabemos que las redes no funcionan a partir de individuos libres, que se expresan libremente, sino que son maquinarias de fabricación de personajes. Hay perfiles, hay productos vertiginosos, combinaciones algorítmicas que atomizan el campo de la opinión y contraen el tiempo del pensamiento. Es importante debatir sobre esta situación que corre a la velocidad de un clic. Contracción y atomización que dificultan enormemente eso que el filósofo Jacques Rancière define como la esencia de la participación política, se trata de la construcción colectiva de disensos. Los filtros burbuja y la atomización de perfiles estimula la intolerancia y encausa, también, la polarización y la grieta, que es lo contrario del disenso que es la política. Hoy nos acompañan Beatriz Busaniche, que es docente y activista por la cultura libre y los derechos humanos. Cecilia. Nicolini, que es politóloga especialista en tecnología asesora presidencial y también está con nosotros, Giselle Beiguelman, que es artista y activista especializada en artes digitales, que está con nosotros desde San Pablo. Gracias a todas por participar y empezaremos este encuentro pidiéndoles a los participantes que definan, con sus palabras y en un minuto, qué es democracia. Como en otros debates de este tipo, voy a hacer sonar el timbre cuando finalice cada una su minuto. Ahora vamos a escuchar las palabras de Cecilia. 

CECILIA NICOLINI: Democracia, para mí, es ser capaces de usar las herramientas que nos trae el progreso humano y convertirlas en en aliadas para vivir en igualdad de condiciones sociales. Es, también, lograr que las luchas colectivas se conviertan en derechos para para la ciudadanía. Sin duda estamos atravesados por el impacto exponencial de las nuevas tecnologías. Por eso, más que nunca, me parece que debemos recuperar la esencia de nuestro sistema democrático, que es aquel que sea capaz de responder a las preferencias de la ciudadanía, considerados políticamente como iguales, y me parece que eso necesitamos garantizar, que esa igualdad no sea solo instrumental, sino también que sea sustantiva. Ante sociedades tan desiguales como la nuestra, el desafío está en que la tecnología se vuelva, de nuevo, una aliada para crear esas sociedades más justas y no en una amenaza. 

BEATRIZ BUSANICHE: Es difícil definir la democracia, podemos pensar la democracia desde múltiples aristas, la democracia como sistema político, la democracia como sistema de convivencia, la democracia como construcción permanente en permanente construcción de las reglas, las formas en las cuales convivimos en las diversidades, con las múltiples miradas, con las posibilidades de construir esas reglas que hacen que nuestras sociedades sean sociedades vivibles. A mí me gusta pensar la democracia en términos del sistema más apropiado para tratar de construir una sociedad basada en los derechos humanos. En este sentido, cuando pensamos en las tecnologías y la democracia, tenemos que pensar que las tecnologías hoy suponen una serie de desafíos que impactan sobre el sistema democrático y en esos desafíos tenemos múltiples aspectos que pensar. ¿Cómo construimos autonomías? ¿Cómo garantizamos libertades individuales y colectivas? 

GISELLE BEIGUELMAN: Me parece que existe una cierta romantización de la idea de democracia y presupone en este abordaje romántico, un sistema que es un régimen para la igualdad de todos ante la ley y el estado. Pero en el mundo contemporáneo, ante las disputas narrativas e imaginarias que vivimos, me parece que la democracia es todo lo contrario, es el lugar de reconocimiento de la diferencia y la multiplicidad de los lugares y actores sociales. La democracia no puede ser la tiranía de la mayoría que reproduce una dinámica darwiniana en la que siempre gana el grupo más fuerte. Una sociedad democrática necesita crear, en el mundo actual, procedimientos para hacer frente a la multiplicidad de sujetos invisibilizados a lo largo de la historia, como las mujeres, los negros, los pobres y la diversidad de géneros. En esta perspectiva, la democracia es un parlamento de enfrentamientos. 

DS: Ahora, teniendo en cuenta todas estas definiciones que ustedes han realizado, me gustaría que analicemos qué pasa en un contexto en el cual, en realidad, estamos llenos de noticias falsas, manipulación política y cuestiones mediáticas que hacen que sea cada vez más difícil acceder a la verdad. Van a tener dos minutos para responder y le pido a Beatriz por favor que comience. 

BB: Es muy complejo tratar de responder tan brevemente una de las preguntas más difíciles que tenemos que enfrentar en este tiempo, empezando por la definición de verdad: qué es la verdad, cuál es la mirada más cercana a la verdad, cómo construimos, verdad, cómo construimos consensos en sociedades tan diversas, tan múltiples, tan cruzadas por conflictos con pujas distributivas, con pujas de poder. En este contexto, la construcción de verdad es una esfera más de esa multiplicidad de luchas en las cuales, muchas veces, dirimimos los conflictos en una determinada esfera social. ¿Cómo? Hay múltiples ideas dando vueltas. En primer lugar, siempre hay que pensar que la pluralidad de voces se construye con más voces, no se construye con silencios, no se construye con censuras. Se construye con una identificación de las voces, con un espacio para más pluralidades. Como pensamos muchas veces sistemas regulatorios que fijan límites, que coartan libertades, como decía, la democracia está basada en las libertades individuales y las libertades colectivas que no son contradictorias entre sí, nuestra libertad es la libertad de aquellos otros de pensar distinto. En ese sentido, la educación, la posibilidad de acceder a más y mejor información, la posibilidad de generar más esferas de debates. Uno de los grandes problemas de la democracia actual no es que haya noticias falsas, sino que haya pocos medios donde esas noticias circulan y, finalmente, se terminan imponiendo como una visión hegemónica. Más voces, más pluralidad, más espacios y menos silencio. 

GB: En este momento que estamos frente a la capilarización de los sistemas algorítmicos en todas las actividades sociales, me parece que esa es, de hecho, la pregunta más difícil como pensar en formas de dar voces, de distribución del derecho a la contestación, del derecho a la verdad. Cuando todo se manipula con noticias falsas, no sólo con fake news, pero con deep fakes y nuevos formatos de imágenes de creación de nuevos organismos artificiales con una capacidad de control más allá de nuestras psicologías sociales, de nuestro dominio, establecer reglas para entender cómo nuestros dados son colectados, mapeados por quién y quién se podrá hacer con ese estado, me parece la cuestión principal y la fundamental de cualquier pensamiento hoy sobre cómo contestar las máquinas de fake news y las manipulaciones mediáticas que son maquínicas y robóticas. Me parece que pasa por la reivindicación de nuevos derechos que son transnacionales, de entender qué dados de nosotros son colectados, cómo son distribuidos y qué se podrá hacer con él. 

CN: Yo creo que, como bien dicen mis colegas, es un debate global. Hace unos meses, el PU Institute publicaba un estudio donde expertos en tecnología intentaban predecir cómo las tecnologías iban a impactar en nuestras democracias para el año 2030 y resaltaban tres motivos que me parece importantes. Por un lado, como bien mencionaban, la cuestión de las fake news, la distorsión de la realidad, que estamos viendo a través de las noticias; en segundo lugar, como consecuencia o acompañando, el declive del periodismo, esa falta de portales, de espacios para buscar las noticias; y en tercer lugar, también que mencionaban, el impacto del capitalismo de vigilancia, de alguna manera, la mercantilización de nuestros datos. Hay otro sector más optimista que, a veces, también me gusta pensar con ellos, cree que estamos a tiempo, de que la tecnología se vuelve una aliada para fortalecer nuestras democracias y pelear contra estos propagadores de fake news y generar este caos. Pero, realmente, me parece que tenemos razones para estar preocupados y preocupadas. Hace no muchos años, solamente 9 o 10 años, festejamos con la primavera árabe, con el movimiento del 15M en Madrid y diferentes movimientos donde veíamos que las tecnologías eran grandes aliadas de la ciudadanía para derrocar tiranos, exigir transparencia o refundar el concepto de participación ciudadana. Hace unos años, entre el escándalo de Cambridge Analytica y los ejércitos de trolls y las fake news, pareciera que la tecnología estuviera destrozando la política, más que salvándola. Pero me parece que una cuestión fundamental es entender cómo las tecnologías pasaron de ser estos instrumentos para la democracia, a armas para atacarla. En este sentido, hay que mirar mucho más allá de la tecnología. Me gusta mucho una frase de una experta en redes que dice que el poder aprender rápido y las herramientas poderosas suelen caer en sus manos. Me parece que es ahí donde tenemos que mirar y actuar. Las relaciones de poder en la concentración en pocos jugadores que se vuelven espacios cada vez más peligrosos, como si fuera algo imposible de controlar. 

DS: Me gustaría, ahora, que nos respondan: qué herramientas se les ocurren, ya sea ciudadanas o institucionales, para dar una nueva vitalidad y mayor transparencia a esta democracia. 

GB: Estoy de acuerdo con todo lo que mis compañeras afirmaron hasta ahora y me parece que hay dos niveles distintos en la discusión, dos grandes cuestiones. Una son los aspectos políticos. Necesitamos, de alguna forma, crear una institución transversal, transnacional que pueda dar espacio para esa discusión de quién detiene los dados y qué se puede hacer con los dados colectados, porque eso da no sólo a partir del campo de las news, de las noticias, pero a partir de la comercialización de nuestros afectos. Me parece que el ejemplo de la Cambridge Analytica de siempre autoevidente. La otra cuestión es invertir en nuevos modelos educacionales. No podemos seguir creyendo que el letramiento es algo vaciado sólo en nuestros idiomas vernaculares. Los lenguajes de programación tienen que ser introducidos. Para que la opacidad del sistema, de alguna forma, sea deconstruida es necesario que una nueva generación tenga los instrumentos para leer su presente a partir de los lenguajes que describen ese presente, que son los lenguajes algorítmicos y de programación. Con eso no pienso que todos tienen que saber programar, pero todos tienen que saber leer qué cosas están escritas en estos códigos.

CN: Siguiendo un poco lo que mencionaba Giselle, que me parece que es un aspecto fundamental, es un debate que todavía no estamos dando profundidad y que es la cuestión de los datos. Pero, sobre todo, además, la ética de los datos con la que nos manejamos y su gobernanza. Se dice muchísimo que este nuevo petróleo, el nuevo oro, pero me parece que los datos son mucho, muchísimo más que eso, porque jamás en la historia moderna hemos visto una materia prima tan abundante barata y estratégica a la vez. Con todo este valor, obviamente, su propiedad está en disputa, entonces tenemos que trabajar en esa disputa. Para eso, me parece que una cuestión fundamental es diseñar una ética de los datos como como bienes comunes, que muchas veces se plantean. Ni privados ni públicos, bienes de la sociedad que, a través de la inteligencia colectiva, nos permite poder usarlos para el desarrollo sostenible de nuestras economías, fortalecer nuestro sistema democrático. En definitiva, generar con eso más soberanía. Me parece que hoy tenemos una ventaja, el poder de la tecnología, el procesamiento de los datos nos permite, a esa inteligencia que tenemos como individuos, sumarle la inteligencia colectiva, la inteligencia de grupo, que puede ser, con estos avances, la más potente de la historia. Para resumir, me parece que, por un lado, tenemos que reforzar la cuestión de regular estas cuestiones de manera inteligente, impidiendo o tratando de evitar que la tecnología amplifique los sesgos persistentes que ya tenemos de género, de raza, cuestiones socioeconómicas. Tenemos, también, que pensar en diseñar una infraestructura que nos permita generar un gran sistema nervioso donde todos puedan acceder al uso de estos datos de una manera segura. Por otro lado, me parece que, aprovechando el tiempo de pandemia, tenemos que intentar vacunar a nuestras democracias con una mayor dosis de ética y también educación, también lo mencionaba Beatriz, para para entender y controlar el impacto que tiene la tecnología en nuestra sociedad y nuestras relaciones. Cómo volver a las democracias para pelear contra el virus del odio, de la polarización y de la intolerancia.

BB: A mí estos debates me permiten poner las cuestiones en una perspectiva histórica y recordar que, desde mediados de la década del ’80 del siglo pasado, hay un movimiento global que es el movimiento global de software libre, que ha dado estos debates muchas décadas atrás y con ciertas líneas de acción pensadas desde la ética, justamente. Nos ofrecen una serie de herramientas que nos permiten pensar estrategias de salida. Uno de los grandes problemas que tenemos cuando hablamos de estas cuestiones vinculadas con la tecnología es que los problemas parecen enormes, parecen gigantes, parecen inabordables. Sin embargo, desde el punto de vista del software libre, hay varias cuestiones que son construcciones ya disponibles para la ciudadanía. La primera es la cuestión regulatoria. Pensar, además de la regulación vinculada a los datos, a la privacidad de las personas, hay un tema central que no se toca como se debería tocar cuando se habla de esta agenda, que es el problema clave de la propiedad intelectual. Todo lo que tiene que ver con los debates de propiedad intelectual atraviesa las capacidades que cada uno de nuestros países, de nuestros Estados, tiene para incidir de una forma proactiva en esta agenda, en la cual la construcción de autonomías, la construcción de este nuevo derecho a la autodeterminación informativa, que debe ser un derecho individual, pero también un derecho colectivo, estos derechos que tienen los distintos países para dotarse de sus propias infraestructuras, de sus propias tecnologías, esta creación de capacidades que necesitamos para abordar esta problemática, sólo son posibles cuando las pensamos desde un modelo de propiedad intelectual diferente al vigente, en el cual podamos cuestionar este modelo que nos ha traído hasta acá. Toda la discusión sobre la autonomía de los datos, toda la discusión sobre el acceso al conocimiento está atravesada por el problema de la propiedad intelectual. 

DS: Ahora nos gustaría que ustedes mismas pregunten y respondan. Entonces, les pedimos que hagan una pregunta y las otras dos se tomen dos minutos para poder responder. Giselle, qué te gustaría preguntarle a Cecilia. 

GB: No es exactamente una pregunta, es más una curiosidad. Estamos discutiendo democracia y sus relaciones con tecnología, pero eso presupone que, sea por educación, sea por la política, que haya una distribución del acceso, el famoso disparo de Faith que en Brasil es un problema bastante complejo y me parece que el virus corona hizo que esa situación, de la distribución de los medios y del acceso se convirtiera en un problema más evidente de lo que siempre fue. Así que mi pregunta, que es más curiosidad, es cómo es la distribución del acceso en Argentina y cómo esa distribución se articula con la distribución de los ingresos, la distribución del trabajo. Porque hablamos mucho sobre los vínculos con la educación, la transformación política, nuevos modelos de intervención, pero esa, me parece también, una de las cuestiones de base estructurantes de esa reflexión sobre las condiciones de nuevos modelos de democracia. 

CN: A mí me preocupa muchísimo la situación y, como bien dices, cuando hablamos de tecnología y del impacto, hay una preocupación fundamental que es garantizar el derecho a las tecnologías, a las plataformas, a los datos y, sobre todo, también, a la información, para poder tener, digamos una soberanía sobre esto que producimos, que son los datos. Sin duda, la Argentina como la región tiene todavía una deuda pendiente en ese sentido y es, además, una deuda histórica. América Latina es la región más desigual del mundo y eso trae aparejado unas brechas que hacen que la tecnología las amplifique y no las esté cubriendo, porque no estamos trabajando de manera adecuada en los últimos años en poder cubrir esas brechas. Obviamente nosotros, a través de nuestro Gobierno, tenemos un firme compromiso por pelear contra esas desigualdades. El presidente lo dijo: empezar por los últimos para llegar a todos. Y eso implica, también, brindar acceso a estas tecnologías, democratizar el acceso a las tecnologías es una herramienta fundamental para poder pensar en un desarrollo sostenible y poder amplificar, como también decía a Beatriz, en esta pluralidad, diversidad de visiones, de opiniones y de movimientos, una voz, una participación, una igualdad política que hace también a una de las bases de las democracias, que es este concepto que estamos debatiendo. Además, la pandemia, el covid-19, no ha hecho más que ralentizar este avance que estábamos viendo los últimos meses o la posibilidad de seguir peleando contra las desigualdades, porque el impacto en la región en términos de recesión económica va a ser brutal. Sin duda, me parece que esta pelea por el acceso, por la igualdad, la tenemos que seguir dando.

DS: Cecilia, ya que estamos conversando, te pido que por favor le des tu pregunta a Beatriz. 

CN: Siguiendo un poco con este tema, me gustó mucho lo que Beatriz mencionaba del movimiento de software libre en los ’80, creo que es un germen, una semilla importantísima para tener en cuenta para estas transformaciones o estos cambios. Me parece que hoy en día, en la situación que vemos y también con la pandemia global, urge un sistema de gobernanza global de estos temas, de los datos, que me parece que no estamos dando, que no estamos construyendo y, tal como estamos pensando en acciones globales para poder pelear o luchar contra el cambio climático, me parece que la cuestión de la gobernanza de la tecnología, de la ética, del tema de los datos, es un tema también que debería ser una plataforma global e intentar trabajar una gobernanza global para esto, porque muchas veces la tecnología no tiene fronteras. Me gustaría mucho escuchar la opinión de Beatriz. 

BB: Lo cierto es que hay algunos mecanismos de gobernanza global que se están poniendo en marcha y que, lamentablemente, no están siendo sometidos al escrutinio democrático como debería ser. Es decir, esta demanda que ponés sobre la mesa, que me parece que es indispensable porque justamente tenemos problemas que son globales, esta metáfora de la protección del medio ambiente, el cambio climático y todos los aprendizajes que hemos hecho a lo largo de los años sobre la agenda ambiental, también deberíamos traerlos a la agenda vinculada con las tecnologías, con el acceso y demás. El problema central que tenemos es que efectivamente se están desarrollando mecanismos de gobernanza global, pero esos mecanismos de gobernanza global se están desarrollando en una esfera que no es, precisamente, la esfera hacia la cual a nosotros nos gustaría orientarnos. Por ejemplo, uno de los temas claves que se está discutiendo es todo lo que tiene que ver con la gobernanza de datos, con el tráfico transfronterizo de datos, con cómo se van a regular las grandes empresas, las grandes corporaciones de la industria tecnológica, se está dirimiendo en la Organización Mundial de Comercio. Se discutió, aquí en Argentina, en la ministerial N°11 en el 2017 y ahí los Estados están dándole el lineamiento a alguna forma de gobernanza global a través de mecanismos que, si prosperan, van a limitar las capacidades que los propios Estados tengan de fijar políticas nacionales o políticas propias o políticas públicas de protección de los derechos de la ciudadanía, ya sea de derechos del consumidor, como de derechos en materia de protección de datos, la misma historia que ocurrió con la propiedad intelectual. Entonces, no es que no se esté dando esta discusión a nivel global, se está dando en el sentido contrario al que, quienes defendemos derechos humanos, nos gustaría que se dé y es, quizás, ahí donde deberíamos ir a ejercer presión y hacer algo de trabajo y de lobby para frenar esa embestida. 

DS: Perfecto, muchísimas gracias, Beatriz, y aprovecho para darte la palabra así podés preguntarle a Giselle.

BB: Bueno, quisiera aprovechar que Giselle está en Brasil porque, para mí personalmente y para muchos de los que trabajamos en este campo, Brasil ha sido uno de los grandes misterios en los últimos años: cómo un Brasil que tuvo políticas de inclusión en todos sentidos, las políticas digitales fueron parte de unas políticas de inclusión social mucho más amplias a lo largo de las últimas décadas, cómo en Brasil ha avanzado tanto un discurso reaccionario y un discurso que llevó, finalmente, a Bolsonaro a la presidencia. Creo que es la gran intriga de muchos que nos preguntamos sobre estas cuestiones. Quisiera hacerle una pregunta. Si esto que decía del acceso a través de móviles tuvo alguna injerencia en esa tendencia hacia estos discursos más conservadores. Hacia esta hegemonía más conservadora que se ha consolidado y cómo ese acceso a través de móviles dialoga o interopera con otras formas de intermediación del discurso para establecer estos discursos tan conservadores que hemos visto en Brasil en los últimos años. 

GB: Gracias, Beatriz, por la pregunta. Cuando preguntaba sobre distribución de ingresos y cuestiones sociales es un poco una mirada nostálgica de cosas que pasaron en Brasil, tanto en el gobierno de Lula, como el gobierno de Dilma Rousseff y apuntaban para nuevas políticas que articulaban el digital al social. Tuvimos, inclusive, una vanguardia con esta discusión legal, con el marco libre de la internet, de las formas como eso fue imaginado, encaminado políticamente. Me parece que hay dos niveles: uno que es una cuestión global de cómo la derecha se apropió de los territorios informacionales con una rapidez y con una sabiduría que las izquierdas, de alguna forma, mirando uno a los otros, como si se mirasen a sí mismos, dejaron pasar. Acá hay un ingrediente más. Por un lado, es verdad, Brasil es un país que tiene un móvil, por lo menos, por persona. Es un país bastante conectado con los medios corporativos más conocidos, Whatsapp, Facebook y eso. En la campaña de Bolsonaro supo instrumentalizar eso muy bien. Pero me parece que la cuestión más profunda no es tecnológica, es que este ese país es estructuralmente racista y donde el odio a los pobres, a los más vulnerables, está muy arraigado. 

DS: Muchísimas gracias a las tres por sus reflexiones, han sido sumamente interesantes. A mí me gustaría aprovechar este espacio para hablar acerca de la importancia del acceso a internet y recordar que alrededor del 40% de la población mundial no tiene acceso a la web y eso hace que la brecha, entre quienes tienen acceso y los que no, sea cada vez más amplia. Por otro lado, es importante enfatizar en cuestiones que tienen que ver con la educación de todas las personas, los más chicos y los más grandes, para que puedan empezar a discernir cuando están ante una noticia verdadera de una noticia falsa, que es algo que cuesta mucho hoy en día distinguir y también, para que entiendan cuál es el poder de los datos y cómo las distintas organizaciones pueden hacer uso de los datos de cada uno de nosotros para sus intereses. Les agradezco muchísimo a las tres por sus reflexiones y me gustaría pedirle a cada una de ustedes que se tomen tres minutos para darnos una reflexión final. 

BB: Yo quisiera cerrar con una reflexión que no es mía, que se la debo a una académica que trabaja desde hace muchos años el tema de privacidad que es Helen Nissenbaum. Me parece que construir, defender y relegitimar el concepto de privacidad es un primer instrumento fundamental para repensar las relaciones sociales y la comunicación en tiempos de tanta penetración de internet. Helen Nissenbaum plantea que la cuestión de la privacidad de fundamental en tres planos: en el plano individual, en el plano personal, en el plano de la intimidad de cada una de nosotras, en términos de construcción de nuestras propias autonomías, de la posibilidad de construir un pensamiento autónomo, una personalidad autónoma. La privacidad es fundamental para no sentir el escrutinio público permanente que genera, finalmente, en términos muy foucaultianos, una normalización que no puede más que socavar el desarrollo de las autonomías personales. Pero también hay que pensar la privacidad en términos sociales de nuestras relaciones, en reivindicar la posibilidad de tener múltiples identidades en función de quiénes somos y con quiénes nos relacionamos. Si toda nuestra vida privada está volcada en la vida pública, y atravesamos todas nuestras relaciones, ya sean nuestras relaciones afectivas, laborales, familiares, con nuestros vecinos, nuestras relaciones con la política, nuestras relaciones con las personas extrañas con las que eventualmente dialogamos en las redes sociales, si todo eso lo atravesamos con elementos fundamentales de nuestra privacidad, quedamos inmersos en espacios en los cuales el odio, el resentimiento, las cuestiones morales, muchas veces, nos dividen más de lo que pueden ayudarnos a construir consensos, que es la base de la construcción de una sociedad en la cual la convivencia sea, no digo pacífica, pero sí, al menos, más armoniosa y no donde la convivencia esté atravesada por los odios. Finalmente, la privacidad es un elemento central para la construcción de la democracia porque, así como nuestro desarrollo de la autonomía personal nos lleva a generar ideas propias, ideas creativas, ideas novedosas, innovadoras, así también nos permite construir nuestras propias opiniones, y con esas opiniones podemos enfrentar nuestras perspectivas desde la política. Entender el derecho a la privacidad en este momento es fundamental, porque eso es lo que nos va a permitir construir autonomías, construir sociedades en las cuales yo pueda relacionarme con el otro, no desde todo lo que pienso, no desde todo lo que soy, sino desde aquellos lugares en los cuales puedo construir consensos y construir proyectos en común. 

CN: Me gustaría aprovechar este momento para repensar, en esta situación que estamos viviendo a nivel global con la pandemia, cuál es el rol del Estado para resolver los grandes desafíos que tenemos como sociedad y que, por supuesto, la Argentina no escapa a estos grandes desafíos. Por un lado, como mencionábamos al inicio, me parece que el incremento de la desigualdad amenaza con la estabilidad de la democracia, que tenemos que trabajar mucho más por esa democracia de igualdad sustantiva de la que hablábamos. En segundo lugar, empezar a debatir sobre los procesos de automatización que estamos viendo que está desplazando a los trabajadores medios, que es un gran tema también en nuestra región y que amenaza a los ingresos básicos para sobrevivir y que, de alguna manera, está reconfigurando nuestras relaciones sociales. En tercer lugar, también poner el acento en estos grandes desafíos que también comentamos como puede ser el cambio climático, como es la cuestión de la violencia de género, la brecha y, sobre todo, la pobreza. Me parece que, además, todos estos esfuerzos, por lo general, han sido poco efectivos de la manera que los hemos abordado, lo hacemos como problemas aislados y no lo hacemos a nivel sistémico. Por eso, me parece que ahora tenemos una oportunidad con la tecnología para volverla una aliada, para encontrar estas posibles propuestas o soluciones y, sobre todo, recuperando el valor del trabajo en comunidad, del trabajo colectivo de una inteligencia interconectada, que nos pueda permitir diseñar soluciones reales para los problemas más complejos a los que nos enfrentamos y que mencionábamos. Ojalá podamos tener en esta situación de pandemia una oportunidad, que veíamos al inicio, allá por marzo, y que cada vez parece que se va desvaneciendo más. Ojalá la cuestión de la vacuna, estamos viendo esfuerzos globales para que sea un bien de acceso público por el desarrollo de la ciencia, la tecnología e innovación, que realmente nos permita encontrar estas soluciones globales que sean para todos y también aprovechar a dar debates, que generen cambios transformadores, que sean reconstituyente, que se transformen en una oportunidad que pueda ser desde el estado, pero también con la sociedad civil, con las organizaciones, con el sector privado, que sea una transformación colectiva. Y por supuesto, desde mi lugar, siempre confío en la política como esa herramienta de construcción colectiva, de debate, de pluralidad, para poder generar estos cambios y estas formaciones. Me parece que tenemos una oportunidad. Sin duda es muy difícil, incluso con la tecnología, predecir el futuro de lo que va a pasar, pero de lo que estoy segura es que podemos diseñarlo muchísimo mejor.

GB: Por conclusión, aplaudo un montón de cosas y cómo la democracia presupone una reflexión de nuevos modelos de gestión y nuevas discusiones sobre la privacidad, que todavía a nivel legal, enfrentamos como si viviremos en el siglo XIX, nuevos modelos educacionales. Y cómo eso supone también otra articulación social, aunque tantas nuevas cosas necesiten ser consideradas, otras refieren a nuestros pasados colonialistas y las formas de brutalidad que organizan nuestra sociedad. Me parece que Brasil, infelizmente, hoy es un buen ejemplo de esta situación, si consideramos cómo cambiamos nuestras prioridades de gobierno, el cambio presidencial en las últimas elecciones y cómo eso explicita odios y formas de violencia y de apartación social, que resurgieron hasta llegar a modelos políticos tan conservadores y que se apropien de las tecnologías para multiplicar sus prerrogativas. Así que me parece que, aunque esos aspectos que consideramos acá sean centrales, la cuestión de la educación parece de base para pensar otros modelos de democracia, otras formas de acción social y otras formas de trabajo, de comprensión de las herramientas tecnológicas y su potencial de transformación social. Una educación que contemple una capacidad de alfabetización digital donde los códigos tienen parte de nuestra expresión sin que eso implique que todos tengan que ser programadores, pero que todos tengan capacidad de leer el presente para transformado. 

DS: Perfecto, muchísimas gracias y hasta acá llego nuestro encuentro online de hoy. Muchas gracias a las tres, son muy expertas, han compartido con nosotros todos sus conocimientos, han sido muy generosas con las palabras que nos han enseñado muchísimo, así que esperamos contar con más espacios para el conocimiento y para la reflexión, como el que hemos tenido hoy. Muchas gracias. 

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