¿Qué tiene que ver la risa con la libertad?

Participan: Maitena, Malena Pichot. Modera: Liliana Viola

La edición 2022 festival Proyecto Ballena inició con un diálogo entre dos referentes del feminismo y la risa: Maitena, historietista pionera del humor feminista que desde los años 80 supo poner en palabras y en trazos los problemas y los deseos de las mujeres, conversa con Malena Pichot, su sucesora que, veinte años después, y a partir de formatos como Youtube y el Stand Up, también aborda con frescura las problemáticas actuales de las mujeres. ¿De qué nos reímos? ¿De qué no nos reímos más? El humor en el feminismo y en las redes. Cancelación, límites, libertad de expresión y sentido del humor.  

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LILIANA VIOLA: Antes de empezar a hablar, quisiera hacer una pregunta: hay una palabra bastante antigua que es la palabra humorista, que yo no sé si se usa tanto ahora, pero ya que vamos a hablar de humor, de qué tiene que ver el humor con la libertad, para romper el hielo la primera pregunta sería: ¿qué significa la palabra humorista para ustedes? Si se definen como humoristas, humoristas feministas.  

MAITENA: La palabra humorista, yo me acuerdo hace muchos años, cuando viajaba por los libros, que siempre en el papelito de migraciones te ponían profesión y yo me quedaba pensando: ¿dibujante o humorista? ¿qué pongo? Y lo pensaba de verdad. Una vez ponía una cosa, otra vez ponía otra, porque no terminaba de decidir conmigo misma qué era. Hoy siento que soy una dibujante, pero durante toda la época que hacía humor me sentía humorista, porque el dibujante puede ser dibujante de otras cosas, puede ser dibujante técnico, puede hacer dibujo industrial. Puede dibujar miles de cosas, pero el humorista dibuja humor. Entonces me parece que lo define más. Aunque suena un poco chanta cuando pones en profesión humorista. No suena muy serio, pero me gusta pensar que soy dibujante/humorista. ¿Y vos? 

MALENA PICHOT: Para mí sos humorista. Ahora se usa más la palabra comediante, ¿no? Creo que humorista es re del humor gráfico.

MAITENA: Es más del humor gráfico, es verdad. Pero bueno, te podrían confundir con Olmedo, por ejemplo.

M.P.: Sí, yo me considero comediante, humorista. Pero son categorías difíciles de auto percibirse, lo tienen que decir los otros en un punto. Uno tampoco puede decir «soy artista». Entonces, a mí me da pudor decir comediante, pero la verdad es que todo lo que hago siempre tiene que ver con la risa. En la radio o el teatro o en los videos, todo siempre es con la risa, así que la verdad que sí, pero hay una cosa medio chanta en la palabra comediante.

MAITENA: Como humorista, dicen «bueno, pero de qué laburas». 

L.V.: Bueno, y si hacemos el cruce con feministas, no voy a preguntar ahora si son comediantes feministas, pero sí voy a preguntar por esa fama que tienen las feministas o las mujeres en general de aguafiestas, de poco sentido del humor en general. Bueno, estamos hablando de una pionera en un mundo en que el humor era realmente propiedad de los varones. Entonces mi pregunta es esa, ¿cómo se llevan con esa idea de un feminismo con cara de culo?

MAITENA: Para mí es un invento del patriarcado, eso de que las mujeres no tienen humor. También es una respuesta, si vamos a ver un poquito más serios, a todas las cosas domésticas horribles que nos bancamos las mujeres y que además tenemos que tener linda cara… Ese humor de «ay, esta siempre está con mala cara». Y sí, tiene cuatro pibes, está todo el día limpiando, cocinando, y sí, no está de buen humor, ¿qué querés? «Ay, me contestaste mal». Y sí, flaco. Largá el control remoto, el diario, dame una mano y te contesto mejor. 

Pero para nada creo que el humor sea masculino. Quién no conoció abuelas geniales, tías mega graciosas. Toda la vida existieron mujeres muy divertidas en todas las familias. No es verdad eso de que las mujeres no tienen humor. Yo creo que lo que tienen algunas mujeres es cansancio, amargura, pero no es que no tengan humor. Después salen con las amigas y se matan de risa, pero «es la amarga» Y sí, es la amarga porque tiene doble jornada, triple, qué sé yo. Me parece que tiene más que ver la fama de que «ay qué mala onda».

M.P.: También el humor es una forma de inteligencia que puede intimidar a los varones. Creo que se ha instalado históricamente en la cultura que las mujeres no pueden ser graciosas porque eso me parece que es peligroso para los varones.

MAITENA: Es que, tradicionalmente, el humor era masculino porque los mandatos decían que la mujer tenía que ser discreta. Si vos ves las películas de antes, las mujeres se reían y se tapaban la boca, porque en la mujer no quedaba bien la risotada, la carcajada y como el humor es transgresión, es descalabro, es disparate, son cualidades que no estaban atribuidas a lo femenino. Una buena chica no debía decir cosas impropias, hacer comentarios fuera de lugar. Y el humor es eso, el humor en la cáscara de banana porque tienen que ser cosas fuera de lugar. Entonces creo que de ahí viene que el humor es masculino. Porque a las mujeres no se les permitía, no era el lugar de la mujer. La mujer que era irreverente era una loca. 

M.P.: Claro, sí, para hacer chistes hay que tener una irreverencia en donde la mujer se corre del objeto sexual, que es lo que siempre tiene que ser en esta sociedad. Entonces cuando una mujer hace un chiste, parece una pavada, pero el uso de la ironía, simplemente el uso de la ironía te corre de ser un objeto porque ya estás usando el lenguaje y la cabeza en cosas más peligrosas. Ese simple gesto, para mí, de hacer un chiste ya pone a las mujeres en otro lado que no les gusta.

MAITENA: Te corre del lugar del deseo de la mujer. Yo te voy a confesar una intimidad, en todas las parejas que tuve me declaré yo, las avancé yo, porque a mí no se me animaba nadie, me iba sola de todos lados, toda mi vida. Porque hacés humor, porque sos graciosa, porque tenés ironía y a los hombres les daba terror. Ahora creo que cambió eso. Está cambiando.

L.V.: Hablando justamente de los cambios, les pregunto: el humor no siempre es lo mismo, no siempre nos hemos reído de las mismas cosas y hay muchas cosas de las que ya no nos reímos más. Comenzaste a hacer humor en un momento en que el feminismo no estaba bien visto. Malena tiene otro contexto en el que hacer humor y feminismo no sólo está bien visto, sino que el humor es parte del feminismo en este momento. Teniendo en cuenta esas cosas: de qué nos reíamos antes y de qué ya no nos podemos reír, ¿cómo hiciste para hacer esa selección en tu muestra?

MAITENA: Con tu ayuda. (Risas) Recuerdo perfectamente hace 25 años, cuando me hacían entrevistas, que los periodistas me decían: es bueno tu humor, aunque un poco feminista. Era peyorativo. Era una crítica a mi humor que fuera feminista. Entonces, en ese sentido, cambió un montón. Malena es una actualización de mi humor 20 años después.

M.P.: Yo siempre digo que es mi mamá del humor. Porque yo obviamente que leí todas sus historietas y no era lectora de historietas o de cómics o de novelas gráficas. Pero eso es también lo que hizo Maitena, que es que trajo un montón de gente que no era de ese mundo a leer, pero porque eran, justamente, unas observaciones sobre el género, sobre la mujer, sobre la maternidad, que no había hecho nadie nunca de verdad, era muy disruptivo. Hay historietas que las tengo grabadas en el cerebro, quedaron ahí en la matrix, en el inconsciente muy claro, por eso cuando me llamó: lágrimas. Mi mamá, «yo voy», mi hermano, «yo voy también, boluda». 

Porque obvio mi vieja me veía leer esas cosas, me acuerdo, hay una historieta que no me puedo olvidar nunca, que decía «adónde no tenés que llevar a tus hijos depende de la edad» y yo tenía 14 años y estaba con mi familia en una chacra, pasándola como el orto, sólo quería ver varones, y cuando llego a la historieta: «14 años, al campo». Y fui corriendo: mamá, mirá, ¿ves que la estoy pasando mal? Y pasaba eso, el nivel de interpelación, de identificación, era muy, muy fuerte y creo que lo sigue siendo hasta hoy. Por eso, teniendo en cuenta esto que decías de qué no nos podíamos reír antes, me parece que en el humor de Maitena no hay nada incorrecto porque son todas…

MAITENA: No creas, llegué a romper dibujos y tirarlos estos seis meses. A la basura.

M.P.: Obvio, todas hicimos chistes incorrectos en algún momento de nuestras vidas, pero eran todas sensaciones muy reales que todas, o casi todas, pensamos de la misma manera.

L.V.: Tiene que ser muy difícil no hacer algo incorrecto cuando se mete uno con el humor.

MAITENA: También tiene que ver con un aire de los tiempos y con que antes… cuando digo antes es como cuando uno dice el otro día: puede ser ayer o hace tres meses. Antes, el humor era más reírse de los demás, reírse de lo de afuera. Y yo creo que desde hace un buen tiempo y, sobre todo el humor que hacemos las mujeres es reírnos de nosotras mismas y ese es un cambio fundamental del humor. Y pese a que yo soy cultora de reírme de mí misma y todo el humor que hice siempre fue basándome en mi autobiografía y la de mis pobres amigas… 

M.P.: ¿Se te enojó alguna amiga alguna vez? 

MAITENA: Bueno, una vez sí, no se me enojó, pero tenía una amiga que salía con un hombre casado, recién separado (el recién separado es como casado) y era un arquitecto, y yo había puesto «tipos de hombres que no sé qué» y entonces puse el recién separado y lo dibujé a él, igual a él con todas las lapiceras de arquitecto, el pilot, el portaminas, la barbita, la pelada igual, la camiseta verde, igual. 

M.P.: No pudiste evitar dibujarlo igual.

MAITENA: No pude evitar dibujarlo igual, pero quién ve la historieta en la peluquería: la esposa. Era obvio que era él, estaba igual. Bueno, fue feo. ¿Por qué? Porque otro tema: ¿cuál es el límite del humor? No lastimar. No lastimar a las personas, yo creo que mi límite es ese.

Volviendo a lo que decía. Vivíamos en una época muy acostumbrados a reírnos de los otros. Y creo que, a veces, yo en mi propio humor he pecado un poquito de reírme del cuerpo de las otras. Siempre con sufrimiento, porque en todo lo que tiene que ver con lo corporal en Mujeres alteradas hay mucho sufrimiento atrás, aunque podemos hablar de eso, ahí se dio una vuelta muy grande. Había en mí algo como que era divertido dibujar una gorda graciosa. Y está mal, la verdad que está mal. Pero vivíamos en ese mundo. La gordofobia creo que es un tema fundamental que nos atraviesa a todos culturalmente y que es muy difícil sacárselo de encima. Yo soy de familia gordofóbica. Mis padres eran horriblemente gordofóbicos. Y creo que hay un sedimento de eso que me costó mucho deconstruir, lo que más me costó deconstruir. Y entonces veo estas épocas, las chicas jóvenes ahora y digo: obvio, es así, es así. Pero ahora parece tan claro y tan fácil, no lo era hace 20 años.

L.V.: Por eso creo que la palabra políticamente correcto es muy vaga, la verdad que es demasiado imprecisa y hasta diría que es confusa, porque lo que estás describiendo es justamente un aire de un tiempo y poder leer un cambio de tiempo, no simplemente un cambio de registro y entonces ahora ya no hablo más de gorda y mantengo mi gordofobia, me parece que a eso se trata de referir: ya no nos da risa, no es solamente nos van a cancelar.

MAITENA: Pero no es sólo eso, yo dibujaba mujeres que sufrían por el peso y eran flacas. O sea, la mina está en la balanza diciendo algo y es flaca.

M.P.: Igual también tiene que ver con una situación que sucede de esa presión y ese sufrimiento con el cuerpo que también ahí es una cosa que corrés una palabra del lugar y estás hablando de la gordofobia. A veces es una cosa muy sutil. No te voy a decir que es polémico decir «bueno, te estás riendo de una mina que sufre por eso» cuando en realidad es muy intelectualizable, te podés meter en una rosca de no sé qué…

L.V.: Ella dio recién dos ejemplos muy buenos que podríamos decir que eso sí se acerca a la gordofobia, que es cuando dice «dibujo la gordita y la gordita es siempre graciosa», y entonces ahí sí, sutilmente sí, porque hay un estereotipo. No está el chiste, pero está el estereotipo de la mujer gorda graciosa, en cambio, en la flaca que se mira en la balanza no hay gordofobia.

M.P.: Claro, porque yo me acuerdo de leer esos chistes y de ver a las flacas y decir “las flacas sufren por esto también”. Hay una cosa ahí, la percepción de que tiene una presión social que tenemos todas ridícula.

MAITENA: Es totalmente de época. Ahora no se podría hacer porque otra cosa que pasó los límites del humor y en toda esta temática es el tema de las redes que cambió el juego. Yo publicaba un chiste en el diario y ponele que un correo de lectores un día decía que yo les hacía los dientes muy grandes. ¿Qué me importa? Pasó. «Por qué esas mujeres tienen problemas de ortodoncia», dijo una. Pero vos no tenías un feedback como hay ahora, no estabas conectado con el público como ahora, que vos ponés una viñeta que a alguien le duele o le molesta y tenés unos comentarios abajo enseguida, fuertes y tenés que hacerte cargo de esa viñeta que subiste. ¿Y qué vas a hacer con eso? ¿Te vas a pelear con esa persona y defender que te equivocaste, vas a pedir disculpas, vas a tratar de reflexionar y conversar con ellos o mandarlos a la mierda? Hay diferentes cosas que hacen los humoristas con eso. Es otro juego, ese juego vos lo conoces perfectamente, vos lo has sufrido mucho más, que es hacer algo y tener quinientos comentarios de gente que te bardea.

L.V.: Ahí la pregunta sería, cuál es la diferencia entre esta participación y lo que podemos llamar cancelación que puede devenir en autocensura o violencia o lo que tú me digas. Maitena lo está presentando, de algún modo, como algo positivo, es decir, de pronto aparecen comentarios que te hacen pensar, hay comentarios idiotas, hay comentarios malintencionados y hay algunos que por ahí te hacen decir «es verdad, por acá no voy». Bueno, eso es por un lado, participación, llamémoslo así, que también te da mucha más fama, puede ser efímera, pero realmente mucha más fama. Y por otro lado, también estamos viviendo lo que se llama cancelación, que es otra cosa completamente diferente y que me gustaría escuchar. ¿Qué opináis?

M.P.: La cultura de la cancelación, como le dicen, a mí cada tanto me cancelan, es difícil porque también hay una cosa de que se cancela a un violador de la misma manera que un chiste pelotudo que puede haber hecho una persona. Eso me parece que es una pena y, a la vez, siento que es incontrolable. Porque las redes son una cosa de distintos fantasmas. No sé cuánto sentido tiene analizar esa masa amorfa de gente que no sabemos si es real o no. Yo tengo, por ejemplo, 1.200.000 seguidores y sé que 500.000 son falsos, que me parecieron de un día para el otro en la era Macri, entonces no sé bien cómo analizar esas reacciones y cuántas de esas reacciones… En el 2010, cuando empezó Twitter, hablabas con gente y discutías con gente y ahora ya no se sabe qué es.

L.V.: La pregunta sería ¿en que afecta a tu modo de hacer humor?

MAITENA: En el de ella nada.

M.P.: Hay veces que es verdad, buscás las diferentes plataformas. En el teatro soy cien veces más cruda que en la radio y que en Twitter y digo, bueno, este es el espacio a salvo donde yo puedo ser cruda y más bestial.

MAITENA: Claro, porque en el teatro, la que fue, sacó la entrada, te va a ver, es porque te quiere, le gusta tu humor, te banca a muerte y quiere eso. En cambio, en las redes es eso, está abierto. Para mí trabajar en las revistas o los libros era eso, era moverme dentro de una masa que me quería y le gustaba mi humor. No me criticaban. Entonces debe ser bravo esto de subir algo y que te caigan. De todas maneras, también a mí me resulta muy interesante en Mujeres alteradas, que tiene 30 años, a veces subo y hay comentarios que yo nunca había escuchado ese punto de vista y me parece super interesante y valioso, porque cuando yo hacía las historietas, todas las minas, la mayoría era «tal cual tal cual tal cual», yo escuchaba «tal cual tal cual». Y de repente empecé a escuchar en las redes otras voces que decían «no, a mí no me pasa eso».

M.P.: Pero eso es porque son tus hijas. Eso es porque exististe vos. Como exististe vos, ahora hay minas que dicen «no sé, no me parece», pero tuvo que haber primero una Maitena que estábamos todas «alguien está diciendo esto, no lo puedo creer». 

MAITENA: A mí unas cuantas me cancelaron, creo que ahora me quieren de nuevo. Con el tiempo, creo que ahora me quieren de nuevo, como que ya estoy grande, dijeron «sí, fue pionera en un momento», pero hubo una época medio cancelada, dibujantes más jóvenes…

M.P.: Todas las que te copiaban… ¿Cómo te llevás con eso? cuando ves las copias. 

MAITENA: Si el chiste es bueno, me parece que está bien.

L.V.: Si el chiste es bueno, es mío.

MAITENA: Si el chiste es bueno, es mío. Me parece que está bien. Lo que veo un poco crítico con la ola feminista de humoristas es que son muy pedagógicos los chistes, eso no son chistes. 

M.P.: Hubo un momento, eso sí, un momento del 2018 o 2019, que se puso de moda hacer humor con reflexiones de género, y lo que terminaba pasando era que eran sólo reflexiones de género, que está muy bien, pero no había chiste y hacer un chiste es otra cosa, es como buscar un acertijo que da una vuelta y que te sorprende de pronto. Entonces, hubo un momento en el que había una cosa de activismo sin humor, que es válido, pero no digamos que es humor. 

MAITENA: Claro, no es humor gráfico, haces unas chicas que dicen «el patriarcado no sé qué», pero no son chistes. Es verdad que el chiste es otro artefacto que es un buen tema para hablar.

L.V.: Si ustedes pudieran hacer una radiografía de cómo se produce ese chiste… Por ahí hay una intención activista y, sin duda, hay una ideología y hay algo de lo que uno no se desprende o a lo mejor hay algo que quiere decir, pero se pone a un costado, no se piensa en eso… ¿Cómo fluye el chiste en ambas? Me imagino que son caminos muy diferentes porque el humor es bastante diferente.

MAITENA: Yo, personalmente no tengo un mecanismo para hacer chistes. Me bajan y tienen que ver con escuchar, con leer, con ver, con mirar. Tienen que ver con eso, escucho personas que comentan lo mismo y siempre digo «ahí hay algo». Tiene que ver con eso, con estar atenta y escuchar más que con un mecanismo de buscar. 

M.P.: Es como el mecanismo de escribir. También me imagino con vos que lo tuyo es muy cinematográfico, porque al pensar viñetas pensás como una foto, una imagen.

MAITENA: Depende el formato. El chiste es el que yo hacía en Superadas en La Nación, eso es chiste, viñeta de chiste. Entonces ahí tenía que resumir todo lo que Mujeres alteradas tenía más tiempo, tenía un título, tenía diferentes situaciones donde te iba introduciendo en el tema, entonces ya era más fácil entender el chiste. En cambio, en La Nación había que hacer puntualmente esta viñeta, un dialogo pequeño, lo tenés que entender. Y en eso mi gran herramienta era el dibujo, que vos miraras a los personajes, cómo estaban vestidos, peinados, su actitud corporal, que eso ya te dijera quiénes eran, qué edad tenían, dónde vivían, si estaban solteras, casadas, te dabas cuenta. Qué sé yo, la mina con los tres dijes de los nenes, ¿no? Entonces ahí te ahorra un montón de tiempo. El chiste necesita ser un latigazo, el chiste tiene que ser rápido, es otra situación. Agotador.

M.P.: Sí, bueno, vos tenés doble, o sea, dibujante y humorista o escritora, que es doble arma.

MAITENA: A mí me gustan todos los humoristas que dibujan ellos. A mí nunca me gustó eso del humorista que uno dibuja y el otro escribe.

M.P.: Que hay mucho, es lo que más hay, ¿o no? 

MAITENA: No, no, no, los buenos no, hacen las dos cosas porque están relacionadas porque a veces vos te reís del dibujo. Vos ves el dibujo y ya es gracioso, el tipo con la pobre mina que no importa ya lo que diga, cualquier globito que le pongas es gracioso. Entonces es parte de lo mismo.

L.V.: ¿Y usted tiene algún tipo de chiste del cual se arrepienta o que no haría más?

M.P.: Mil millones.Antes decías que yo, cuando empecé a hacer humor, ya estaba bien visto el feminismo. Yo empecé justo en una transición. En el 2009 me pasaba que yo todavía no me decía feminista, pero no era por vergüenza, si no que era porque yo sentía que no hacía nada, como que no me merecía la condecoración.

L.V.: Porque había una época que feminismo era quien hubiera leído a feministas, que militaran en la calle.

M.P.: Claro, militar en una organización, pensaba que era todo esto y una vez, hablando con una chica para escribir un guion, me dijo la posta: ¿Vos crees que hay una diferencia entre hombres y mujeres en cuestión de derechos? Sí. Listo, sos feminista. Y dije: ay, menos mal, era re fácil. 

MAITENA: Qué alivio. 

M.P.: Pero hubo toda una época en la que yo sentía que nadie estaba hablando de estas diferencias y a mí me interesó por el tema, no tanto con una intención de “voy a dar un mensaje de feminismo”. Me parecía que era «wow, acá hay un tema que nadie está usando». Más por ese lado, fue más inocente. Y por eso digo que hubo un momento en el que feminismo seguía siendo mala palabra y yo estaba diciendo «no, es buena, es buena palabra» y ahora lo que sucede es que el patriarcado inventó la vuelta de «sí, pero sos mala feminista». Entonces nunca se llega. Ahora está bien ser feminista, pero vos sos de las malas porque hablás mal. 

MAITENA: Eso es típico del machirulo que dice «no, yo soy feminista», porque sabe que decir que no es feminista queda feo, o sea, no sale más, no coge más, digámoslo así, listo, se acaba, se queda solo. Entonces sí, bien el feminismo, apoyo al feminismo, pero entonces están las buenas feministas y las malas que odian a los hombres. 

M.P.: Se armó esta nueva distinción. Hay un chiste en Cualca en el que nos reímos mucho de las groupies. Nos reímos, o sea, de los roqueros, pero también nos reímos de las groupies. Yo re fui groupie, yo soy novia de un rockero, soy re groupie, pero después vino toda una ola de «che, nos re violaron a todas las fans del rock» y entonces ese scketch quedó completamente fuera de lugar, pero bueno, son cosas que pasan. También creo que hay veces que hay que pasarse un poquito en experimentación del humor, que no podés estar tan «ay, que no me digan nada». Y bueno, algún día me voy a pasar y me van a decir algo y voy a recular, voy a pedir perdón.

L.V.: Te había leído una reflexión sobre aquel evento que sucedió hace poco en los Oscar, el famoso evento del trompón, te preguntaban qué opinabas con relación a eso. No sé si la pregunta era si la trompada estaba bien o si el chiste había estado bien y vos justamente hacías referencia a que la broma que hizo el tipo este en relación con la cabeza calva de la señora que estaba ahí adelante, la verdad que no había sido un chiste realmente tan ofensivo, pero que lo ofensivo había sido no tomar conciencia de que esta misma persona había hecho unas declaraciones con relación al dolor que le causaba estar pelada. Entonces me parece que ahí hay algo de la sutileza de la que estamos hablando, es decir, no es el chiste en sí mismo, sino el contexto, ahí la pregunta es cómo se mide el contexto.

M.P.: Yo siempre digo que hay cosas que me pasaron a mí en la vida que, por decir, en una playa en Gesell, un pibe me mostró el pito, me tocó una teta y yo me cagué de risa y me fui, y por ahí a otra persona eso la arruina. Entonces sí, siempre hay un contexto que es diferente. Y bueno, es complejo. Este chiste de la piña es re loco, porque yo soy comediante, me paró en un escenario y no quiero que nadie me venga a pegar. Pero un poco entiendo al que se paró y le pegó. Es eso que depende del contexto y de la situación. Y también es un riesgo crear y hacer cosas. Es un riesgo y con las redes es más riesgo todavía. 

MAITENA: Pero, de todas maneras, lo peor que le puede pasar a un humorista es tener que censurarse, tener que trabajar pensando «no, no, esto no, no, esto tampoco». O sea, el humor tiene que tener espontaneidad, es su clave que sea espontáneo, que sea algo que surge de la misma manera que te surge en la mente reírte de eso y poder escribir de eso. No podés tratar de buscar las palabras para que no sea lo que te hizo reír, porque entonces no vas a hacer reír a nadie.

L.V.: También eso es hablar del contexto, ¿no es cierto? Es decir, si están hablando de que ambas están mirando qué es lo que hay alrededor para hacer un chiste en relación de lo que hay alrededor…

M.P.: Sí, bueno, eso es lo que te decía. Hay cosas en Twitter que ahora no digo que antes decía y que yo no creo que sean para nada zarpadas o políticamente incorrectas, pero yo ya sé que va a saltar gente a joder, bueno, lo digo en el teatro. Eso es quizás fijarse en los contextos, pero es verdad que la autocensura puede ser más una estrategia.

MAITENA: Yo me refiero a la autocensura en el momento de trabajar, que directamente decís: no, no, no, no.

M.P.: Eso ya es tener miedo y no poder hacer nada. 

MAITENA: Desde ese lugar no se puede hacer chistes porque para hacer chistes necesitas una dosis de irreverencia y si no, no vas a hacer reír a nadie.

M.P.: Y siempre se va a ofender a alguien también.

L.V.: Mientras el humor marca el error y el dolor, incluso, de un modo muy particular, no hay modo que ese dolor, por lo pronto, no se ponga en movimiento en algunas personas como ofensa y en otras como descubrimiento. Hay muchas definiciones de humor como un modo de alumbrar también.

MAITENA: Mi favorita es la de  Queneau, que dice que el humor es una tentativa de limpiar de estupideces a los grandes sentimientos. No conozco una definición de humor mejor, entonces, a partir de eso creo que uno se puede reír de cualquier cosa. Cuando te dicen «ay, ¿pero te podés reír de cualquier cosa? ¿está permitido reírse de cualquier cosa?». Sí, está permitido, tiene que ver con el contexto, tiene que ver con dónde te paras y quién lo dice. Eso es súper importante. Yo tengo amigas que tienen madres desaparecidas y hacen chistes y han sufrido una vida horrible, pero ellas lo pueden hacer.

L.V.: Ahí vamos al segundo punto que es desde dónde se hace.

MAITENA: Desde dónde, o sea, quién lo dice y dónde se para la persona que lo está diciendo, porque en realidad es una manera de mitigar y de hacer algo con ese dolor enorme, porque el dolor es esa tentativa de limpiar de estupideces a los grandes sentimientos. Y todas las que hacemos humor sabemos que la mayoría de las cosas de las que hacemos chistes son las tragedias que vivimos. Hay siempre una tragedia atrás del humor, el humor que no tiene una base de tragedia no hace reír a nadie. 

M.P.: Yo no sé cómo hace la gente con el sufrimiento si después no puede hacer un chiste, no sé cómo hace. 

L.V.: Bueno, la pregunta que va, ya que hablamos del sufrimiento, yo diría otra cosa que no tiene nada que ver con el sufrimiento, que es el odio. Pongamos una palabra que está muy en situación. Se puede hacer chistes con el dolor o se debe o se debería o el dolor se apacigua realmente con el chiste, ¿qué pasa cuando se hace humor con el odio?

M.P.: Bueno, fue mi gran fuente de inspiración. Yo me acuerdo de que, al principio, los temas que me daban ganas de hablar eran los que me daban mucha bronca y mucho odio, entonces me salía un pequeño material para el monólogo, entonces sí, creo que el que el odio puede ser también una cosa…

MAITENA: Eso también tiene que ver con el nivel del humor. Porque un humorista de muy bajo nivel, que no voy a nombrar…

M.P.: ¿Nik? Estaba pensando en eso.

MAITENA: Puede hacer chistes machistas, eso no son chistes, puede hacer eso que hace desde el odio y la verdad que no está bueno.

M.P.: Además, lo que a mí me pasaba era un odio a las injusticias, un odio a las desigualdades es un odio más noble.

MAITENA: Es un odio justiciero.

L.V.: Si ocurre un intento de magnicidio y luego hay un chiste donde equipara el magnicidio con una política de gobierno…

MAITENA: Y si después de eso, hace una campaña diciendo «me censuran», tapándose la boca, haciéndose el francés de Charlie Hebdo… no, déjame de joder, basta, terminemos con esto. Ahí me agarra bronca y odio. Pero no me provoca humor. No me provoca humor, no. Ese no. Me gustaría que ese sentimiento me provocara un buen chiste, pero hace años que no se me ocurre un buen chiste.

L.V.: ¿Cómo? ¿De qué se ríe Maitena hoy por hoy?

MAITENA: Hoy la verdad es que cada vez me río menos y lo lamento mucho. Extraño mucho reírme.

L.V.: Y te pregunté por los chistes que esconderías o a los que ya no volverías, pero ahora quiero preguntarte por los que amás, ¿cuáles son tus favoritos a los que volvés?

MAITENA: Por un lado están los chistes y por otro lado están los dibujos. Haciendo esta muestra me di cuenta de que lo que más amo son los dibujos de la época en que mis hijos eran chicos, entonces veo las viñetas y veo todas mis casas, mis lámparas, mis livings, los chicos volviendo del colegio, la mesa, la merienda. Veo todo, todo, todo lo que había en mi casa, me da mucha emoción. Como chistes, me gusta mucho la de la peluquería. El peluquero dice «qué te hago» y la pobre mira le dice «un milagro». Me sigo reconociendo en esos chistes y es el humor que me hace reír. Me gusta mucho el humor corto, que es lo más difícil. Así que esos son mis favoritos. Las viñetas con humor muy contundente y muy corto. Haciendo esta muestra me volví a reír de muchas viñetas y eso estuvo bueno. 

L.V.: Está el tema de la edad también. ¿Cuántos años tenías cuando tratabas el tema de las viejas, por ejemplo?

MAITENA: Hablaba de las viejas cuando tenía 37, 35, 34. Una vez una vieja me paró en la calle y me dijo «pero decime, nena, cómo vos podés saber lo que nos pasa a las viejas de 70 años». Porque me lo imagino. Igual, ahora que estoy entrando ahí, que me estoy haciendo vieja, por no decir que ya soy, lo veo de otra manera que ahora me causa humor porque la verdad es que estoy reconciliada con mi edad. Hasta hace unos años quería ser joven, entonces lo intentaba. Tenía novio joven, me ponía bótox. Ahora no, no me importa ni tener novie ni gastar plata en bótox. Sobre todo, que no quiero tener novie, la verdad me enamoré seis veces en mi vida, ya está. Siempre la pasé hermoso, un tiempo horrible, otro tiempo… No quiero más ese tsunami de emociones. Estoy muy tranquila y creo que quiero pasar el resto que me quede de vida en esta tranquilidad y mansedumbre, donde hago lo que se me canta, como lo que se me canta, me voy a dormir a la hora que se me canta y no tengo que hacer nada que no me guste. Nunca. 

M.P.: Libertad, libertad.

L.V.: Bueno, ¿qué significa esta muestra en tu historia? Ya que estamos acá en el medio de la muestra, ¿qué significa eso? El haber elegido dibujos, el haber hecho este recorrido biográfico y luego mostrarlo.

MAITENA: Es un montón. Son tres palabras, es un montón. La verdad, sinceramente, soñé toda mi vida que un día me iban a llamar y me iban a decir «te llamamos del Recoleta porque queremos hacer una muestra enorme tuya». Yo digo enorme porque tengo tanta cantidad de trabajo que tenía que ser enorme. Nunca pasó. Y pasó tanto tiempo que me olvidé, de verdad que me olvidé. Pero quedaron ahí las cajas, las carpetas, llenándose de polvo. Es marzo de este año, me convocan el CCK, encima esta hermosura del lugar, este palacio increíble y me ofrecen la muestra de mi vida. Y me voy a emocionar… Bueno, estoy re contenta, qué les puedo decir.

L.V.: Me da mucha risa porque se fue de la muestra ayer diciendo «y no lloré». Sabía que lo iba a lograr.

MAITENA: Es un montón. Con Lili, que es la curadora de la muestra, pasamos seis meses trabajando muchísimo, decidiendo qué poner, qué sacar y leyendo todo esto de nuevo y leyéndolo en compañía de una mente brillante, que fue leerlo de otra manera, porque ella de repente valorizaba cosas que para mí no tenían ningún valor. Y entonces era «ah, guau, mirá lo que ella ve». Yo confío plenamente en ella, en su mente, es mi amiga brillante. Un aplauso para Liliana Viola. Entonces fue, en ese sentido, muy lindo, muy placentero, me sentí genial, sentí que había un valor en todo eso que yo había hecho.

 Yo nunca había sentido que tenía un valor tan grande como parece tener, salvo en 2018, cuando empieza la calle por la ley del aborto seguro y gratuito y empezamos actividades con Ni una menos y empiezo a salir a la calle. Yo viví muchos años en Uruguay, había vuelto a Buenos Aires, tengo una nieta. Volver a la calle y, de repente, encontrar un montón de pibas que me decían «yo soy feminista gracias a vos». Tengo dos piropos que me matan. Uno es: vos me hiciste feminista, y el otro: vos fuiste mi ESI. 

M.P.: Sí, a mí me pasaba de chica que miraba tus dibujos y en un punto, era rarísimo porque eran todas mujeres desesperadas, sufriendo, lo que sea, y yo decía «quiero ser grande, quiero que me pase todo eso, quiero sufrir todo eso ya por favor».

MAITENA: Eso fue una característica de mis historietas de Mujeres alteradas, sobre todo. La primera vez que fui a la Feria del Libro a firmar, llevaba pocos años de Mujeres alteradas, era la primera firma, mi primer libro, entro a la feria con mucho miedo de que no haya nadie. Llego y veo una cola larguísima de nenas y digo «debe estar firmando Elsa Bornemann», que en ese momento era una escritora muy famosa de adolescentes. Y me voy acercando y era mi mesa. Eran todas nenas con las mamás. Y las madres me contaban que las nenas les arrancaban las revistas porque, después pensé, yo hablaba de todo eso que las madres no les hablaban, que no les querían contar, que les escondían o que no se hablaba tanto antes con les hijes. 

Y entonces ahí, en esas historietas, además, veían lo que le pasaba a su madre cuando se encerraba a llorar en el baño o cuando contestaba determinadas cosas, qué era lo que le había pasado a su madre, qué pasaba en ese dormitorio de sus padres. Entonces, había un público muy grande de esas nenas que hoy tienen 30 y pico o 40 años y que son las chicas que estaban en la calle pidiendo por el aborto legal y me las encontré y bueno… Lágrimas. Lágrimas por la calle, abrazos y estos piropos tan lindos. Entonces, ahí empecé a entender que había pasado algo con ese trabajo. Ahí fue cuando me cayó la ficha y dije «esto fue groso, pasó algo groso», pero la muestra no me la ofrecían. Así que bueno, feliz de que me lo hayan ofrecido, que va a estar además un montón de tiempo. Era muy difícil hacer que la gente venga a leer a un lugar, venite a leer 300 páginas al CCK, no va nadie. Entonces había que inventar dispositivos visuales, auditivos, anímicos, emociones para poder leerlo, explicar algunas cosas. En las de la sala de Alteradas, cada vitrina, cada tema, tiene una bajada muy interesante para volver a releer esos textos. Así que es un muestrón, el muestrón de mi vida, qué les puedo decir. 

M.P.: Y es un festival de selfies. 

MAITENA: Es un festival de selfies, otra cosa que antes no existía.

M.P.: Porque yo te decía antes que todas vimos esos dibujos chiquititos y hay algo en el verlos gigantes que es emocionante, porque son años de estar con esos dibujos acá y de repente hay una fantasía que está buena.

L.V.: En todos los tamaños. Son ocho salas en donde están todas las mujeres de su vida, absolutamente en todos los tamaños. No soy la amiga brillante, soy la amiga, pero sobre todo soy la afortunada, y ahí sí hubo un gran brillo, elegida para poder revisar en esas cajas y lo que ella está diciendo como lo que yo pude ver, eso es en realidad lo que podríamos ver cualquiera de nosotras, más allá del fanatismo. Lo que yo pude ver ahí, es de qué nos hemos estado riendo, no sólo de qué hemos estado sufriendo desde los ’80 para acá generaciones de mujeres y no mujeres también. 

Me parece que lo valioso de poder hacer una retrospectiva, de mirar hacia atrás algo que está relacionado a la vez con el arte y también con la cultura popular, porque hablemos de cultura popular cuando hablamos de Maitena, es poder leer nuestra historia también. Ella está hablando de que encontró a su familia. Me parece que lo que yo pude ver, que ella ve como brillante, en realidad es que pude ver la historia privada, íntima, nacional de las mujeres de muchas generaciones. 

MAITENA: Yo le digo la verdad, la elegí a Lili, aparte de su brillantez, por algo muy importante que se va a entender fácil. Yo sabía que me podían decir «podemos poner esta curadora o esta» y que iba a ser una persona que le iba a gustar mucho mi trabajo y todo le iba a parecer divino. Yo quería a alguien que no fuera mi fan, pero que con su mirada de editora genial que es, pudiera ir más allá del embobamiento o el amor por esos dibujos. De hecho, había un montón que no los conocía Lili. Hace muchos años que somos amigas y ella nunca me había leído como me tuvo que leer estos seis meses.

L.V.: Ahora viene la pelea. Ella quería que yo los supiera de memoria. Yo los había leído, pero obviamente que no recordaba cuál era cuál, señora.

MAITENA: Sólo quería que se riera. Estábamos en casa, yo en una parte y ella en el comedor, y penaba «¿se ríe, se ríe?» Y de repente escuchaba «jajajaja” y yo «menos mal, se rió Lili».

L.V.: Nos están haciendo señas de que tenemos que hacer el final, el redondeo. Bueno, les tiro una palabra y que improvisen. La palabra libertad porque para eso estamos acá.

M.P.: A mí me gusta el título de esta charla que era la risa y la libertad, porque me parece que son parte de lo mismo, dedicarse al humor tiene esa cosa que es, para mí, lo más genial de la vida que es reírse, el amor y reírse. Entonces, el momento en que te reís de verdad que hay como un despojo de todo y es la sensación más pura de la libertad. Así que está muy bien el título de esta charla, muy bien pensado. 

MAITENA: Yo no sé cómo cerrar porque empiezo a hablar y no paro y no sé cerrar las cosas. De libertad qué puedo decir, que siempre fui tan libre que no hice más que meterme en problemas, pero no lo puedo evitar, está en mi naturaleza y quiero seguir siendo así siempre, envejecer hasta el final con total libertad de hacer siempre lo que se me cante, decir lo que me gusta, lo que quiero y vivir como quiero y no hacerle caso ni a mandatos, ni a patrones, ni a personas. Y ojalá pueda, también, ayudar a la libertad de un montón de causas, la mía, la de las mujeres, que hay montones de causas que necesitan apoyo, y ya que hablamos de libertad, pidamos la libertad de las siete presas políticas mapuches.

L.V.: Exigiendo la libertad de las siete presas políticas mapuches nos despedimos, entonces.

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